I MAGINEMOS que el próximo 20 de noviembre, coincidiendo con el XLVI aniversario de la muerte de Franco, los dirigentes de la extrema derecha española hicieran una declaración institucional en la que afirmaran que "sienten enormemente" el sufrimiento de las víctimas del franquismo; se comprometieran a "mitigarlo" a través del "respeto, la consideración y la memoria"; y reconocieran que el dolor provocado por el franquismo "nunca debería haberse producido". Quiero pensar que en esta situación la mayor parte de los demócratas de nuestro país celebrarían la declaración y verían en ella un paso fundamental para la reparación de las víctimas del franquismo. Aunque se entendiera que para gran parte de dichas víctimas tales palabras aún no serían lo suficientemente contundentes, esperaríamos que nuestros representantes políticos y los medios de comunicación, independientemente de su orientación ideológica, las acogerían positivamente.

El lector atento habrá observado que las palabras entrecomilladas de esta más que imprevisible retratación del franquismo son las que utilizó Otegi en su reciente declaración institucional, en nombre de EH Bildu, a las puertas del Palacio de Aiete y en referencia a ETA. Pero en este caso, lejos de constituir un motivo más para la celebración del X aniversario de la disolución de ETA, la declaración ha sido recibida con incredulidad e incluso con aparente ira por gran parte de nuestros representantes políticos y los medios de comunicación. Se denuncia que Otegi no es sincero y que su declaración es puramente instrumental e interesada.

El uso estratégico de las palabras por parte de un político no debería sorprendernos. Maquiavelo nos enseñó hace ya unos cuantos siglos que la política es algo distinto de la moral y que los cálculos estratégicos le son esenciales. Por ello, aunque sería comprensible que las víctimas hicieran una lectura moral de la declaración de EH Bildu, debemos sospechar de ésta cuando procede de partidos políticos y grupos de comunicación afines.

Mientras tanto, los que no participamos de la política profesional deberíamos evitar caer en las redes de sus juegos estratégicos, en su impostada indignación y la instrumentalización del dolor que causó ETA. Quiero pensar que somos mayoría los españoles que celebramos el paso importante dado por la izquierda abertzale en el décimo aniversario del final de ETA, reforzando los motivos de celebración de la efeméride, aún cuando pensemos que todavía queda mucho camino por recorrer.

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