Bloguero de arrabal

Pablo Alcázar

coleraquiles@gmail.com

El aula sin muros

Los jóvenes no escapan de casa por la ventana. Gracias a sus móviles, siguen en casa, pero vuelan lejos

La Generación del 98, la del 27, la de los cincuenta, la de la Otra sentimentalidad. Lo de las generaciones se lo inventó Ortega y Gasset en 1923. Para este filósofo, los cambios de época se deben a "variaciones en la sensibilidad vital", que se traducen en el cambio de generaciones, y la nueva desplaza a la vieja. El sábado pasado, en el programa 'La Sexta Xplica', varias generaciones debatieron sobre la brecha que hay entre unas y otras. Hablaron de que los viejos no entienden a los jóvenes y viceversa. Nada nuevo: en inscripciones caldeas de hace 4000 años, los mayores se quejaban de que los jóvenes no les hacían caso y anunciaban el fin del mundo. Aquellos ancianos también tenían la sensación de que la novedad de los tiempos era extraordinaria. Pese a que hoy nos parezcan insignificantes los cambios que una persona de aquella época podía experimentar a lo largo de toda su vida. El sábado, las generaciones que un periodista trasladó a una pizarra de los estudios, pese a sus discrepancias, parecían estar de acuerdo en que las novedades tecnológicas que se han producido desde el invento del Internet son brutales. Menos la generación Bizcocho, nacida en la pandemia, que no se pronunció, las demás presentes, aun reconociendo el adelanto que suponen las redes y los móviles, mostraron su estupor y su temor ante las consecuencias indeseadas que tanto adelanto traerá para la educación, el trabajo, las relaciones sociales y para las relaciones antisociales, o sea, para las guerra. El periodista 'taxonomizó' así a los presentes: Generación Baby Boomer, nacidos entre 1950 y 1960; la generación X, nacidos entre los 70 y los 80; millenlials, nacidos entre 1981 y 1983; generación Z, nacidos entre el 94 y el 2000. Y la generación Alfa, la de los nacidos a partir del 2000. Un médico bienintencionado abogó porque que las generaciones se pusieran de acuerdo para mejorar el mundo. Pero lo cierto es -ya lo profetizó en los 60 el filósofo Marshall McLuhan-, que la televisión, la radio y la prensa-todavía no funcionaba Internet- acabarían con los muros de las aulas. Pero las redes no solo han desmantelado la Escuela tradicional. Han derruido también los muros de la familia. Los chicos no tienen que saltar por la ventana para escapar de casa. Con sus móviles, siguen en casa, pero vuelan lejos.

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