A menos autoridad adulta, más acoso

25 de octubre 2025 - 03:06

Concluía el artículo de ayer citando estas palabras de La crisis de la educación de Hannah Arendt: “La educación es donde decidirnos si amamos a nuestros hijos lo bastante como para no expulsarlos de nuestro mundo y dejarlos a merced de sus propios recursos”. La autora desarrollaba esta idea con unas palabras que pueden cobrar una dramática actualidad tras la tragedia vivida en Sevilla.

“La autoridad que dice a cada joven qué hacer y qué no hacer reposa en el propio grupo de jóvenes… El adulto sólo puede decirle que haga lo que a él le gustaría y, luego, evitar que ocurra lo peor... Dentro del grupo, el joven se halla en peor situación que antes, pues la autoridad de un grupo, incluso de uno de adolescentes, es siempre más fuerte y más tiránica que la autoridad [adulta] más severa… Sus oportunidades de rebelarse son prácticamente nulas… Se halla en la posición desesperada de quien es minoría, enfrentado a la mayoría de todos los demás… Emancipándole de la autoridad del adulto, no se ha liberado al joven, sino que se le ha sometido a una autoridad mucho más terrorífica y verdaderamente tiránica: la de la mayoría. El resultado es que ha sido desterrado del mundo de los adultos. O bien son abandonados a su suerte, o bien son entregados a la tiranía de su propio grupo, contra el que no pueden rebelarse debido a su superioridad numérica; con el que no pueden razonar, porque no son más que muchachos; y del que no pueden huir hacia no se sabe qué otro mundo, porque el de los adultos les está vedado”.

La autoridad de los adultos cada vez más restringida en la labor educativa cotidiana, las inducciones ambientales, las redes, el ciberacoso y otros factores han exigido la adopción de los protocolos antiacoso dado el preocupante aumento de casos: en 2025 un 12,3% del alumnado asegura sufrir o conocer algún caso de acoso escolar o ciberacoso, frente al 9,4% registrado el curso anterior. La falta de autoridad de los adultos multiplica la arrogancia y violencia de los acosadores que –como dice la Fundación ANAR, coincidiendo con lo escrito por Arendt hace años– muestran una mayor impulsividad, violencia y liderazgo autoritario sobre el resto de alumnos. La prevención más eficaz no son los necesarios protocolos, sino la autoridad y la educación en valores.

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