Balón de Oro y espectáculo

27 de septiembre 2025 - 03:08

En la reciente gala para la entrega del Balón de Oro, el padre de Lamine Yamal tuvo un lamentable protagonismo con diversas situaciones y declaraciones; una de las más llamativas es esta en la que llegó a decir que el hecho de que su hijo no obtuviera el máximo galardón es “el mayor daño moral a un ser humano”. Hay que señalar que sí que consiguió el premio al mejor jugador del mundo en la categoría de menor de 21 años.

El espectáculo del padre de Lamine me ha llevado a recordar también el espectáculo de la celebración del cumpleaños de mayoría de edad de Lamine, en el que todo fue excesivo y lamentable: contratación de chicas de imagen, personas afectadas de enanismo para actividades de entretenimiento, coste de la celebración de unos 40.000 euros y un largo etcétera de excesos.

Figuras públicas como jugadores y jugadoras de fútbol, influencers y otras similares tienen la capacidad de mostrar al conjunto de la sociedad modelos de comportamiento que deberían preocuparnos en la medida que aporten y fomenten determinados valores o que no respeten derechos de colectivos sociales.

Esta es una cuestión compleja en la que debieran implicarse diversos agentes, colectivos sociales e instituciones públicas. Puede comprenderse que en el caso de jugadores de fútbol, la juventud y falta de experiencia y madurez puedan condicionar no saber gestionar bien la fama y el dinero que consiguen gracias a su habilidad en el deporte del fútbol.

Pero la familia, el club de fútbol al que pertenece, los medios de comunicación y otros agentes pueden y deben hacer algo para asegurar un desarrollo educativo y una adquisición y respeto a valores positivos aceptados social y legalmente, para que su desarrollo como persona sea el mejor y su influencia en la sociedad sea favorable a la extensión de dichos valores.

Y esto es algo que resulta posible porque muchos y muchas personas que han jugado al fútbol o han practicado otros deportes de élite han contribuido positivamente en ese sentido gracias también a la acción de familias, clubes, medios y otros agentes. Me parece relevante citar aquí el ejemplo de la atleta granadina María Pérez: oírla cada vez que gana una competición internacional es todo un orgullo. Y un ejemplo.

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