Vía Augusta
Alberto Grimaldi
¿Hay también una ‘vía extremeña’?
Con la actualidad política centrada en el trabajo de los siete miembros de la Sala Segunda del Tribunal Supremo que tienen que redactar la sentencia que afectará al futuro del Fiscal General del Estado (y a muchos más), la llamada fontanera del Psoe se siente fuerte como para presentar exigencias. Leire Díez, que tanto presumió de su influencia en el Psoe, sus amistades con poderosos del Psoe y del Gobierno, y cómo valoraban su trabajo de “investigadora”, se arruga. Leire, dispuesta a aceptar cargos tan edificantes como desacreditar a mandos de la UCO que están colocando en situación de peligro a Pedro Sánchez, a la hora de comparecer ante un tribunal, se arruga. Lo primero que hace es exigir que se borren las conversaciones grabadas por la UCO, y que no sean utilizadas por quienes buscan la verdad. Y si hay delito, sus autores reciban el correspondiente castigo.
Borrar pruebas se está convirtiendo en un deporte que se da bien a quienes son sospechosos de fechoría y han utilizado grabaciones de todo tipo para desacreditar a sus adversarios pero exigen que se hagan desaparecer las suyas. Leire Díez tiene un referente en el que apoyarse, nada menos que el propio Fiscal General, que se dedicó a borrar todos sus móviles en cuando conoció la noticia de su imputación, tratando de destruir las pruebas de su presunta culpabilidad. Si lo ha hecho el Fiscal General, debió decirse Leire, ¿por qué no puedo hacerlo yo?
Ocurre la exigencia de borrado cuando en el foro político madrileño el rumor que encabeza la lista de los rumores más extendidos dice que el TS busca la unanimidad para la sentencia sobre el caso García Ortíz. A continuación, los que saben cómo son las cosas de los tribunales aseguran que la unanimidad en un caso de tanta repercusión política solo se logra con una sentencia de inocencia, no de culpabilidad, así que se comprende que ayer lunes de inicio de las deliberaciones de la Sala Segunda, los nervios están a flor de piel. En un lado y en otro.
El Gobierno, donde se han apuntado a la versión más optimista, prepara ya una declaración triunfalista del propio Pedro Sánchez, que aprovechará para insistir en que no se puede creer a determinados jueces y periodistas y por tanto son inocentes todos sus parientes, colaboradores y amigos encausados. En el PP –seguro que los rumores han llegado a Génova– expresarán su pesar y preocupación por una sentencia, si se produce, que dará un empujón a Sánchez. Aunque, hablando de borrados, será difícil que pueda ver borrada su imagen de hombre que miente, engaña e incumple sus promesas. Lo peor de que se cumpla el pronóstico que ayer se esparcía por todo Madrid, y que solo los siete magistrados del TS saben si van por ahí los tiros, es que una serie de personajes de poca monta, oportunistas y aprovechados que pululan en torno al Psoe, se sentirán fuertes para seguir haciendo negocio visitando los despachos del poder.
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