La columna

Juan Cañavate

jncvt2008@gmail.com

Una campaña normal

El "Gibraltar español" gritado por un político me recuerda a una España que yo, al menos, no echo de menos

Aunque confieso no haberle prestado demasiada atención a la campaña electoral, sí reconozco que ha habido algunas cosas que han despertado mi curiosidad en estos días. Sin entrar en el espinoso asunto de Cataluña y la incomprensible obsesión de Ciudadanos, estarán conmigo en que no ha estado nada mal la insólita reivindicación de Gibraltar del señor Casado. En serio, nunca pude imaginar que volvería a escuchar a un político gritando eso de "Gibraltar español" que, aunque me rejuvenece y me traslada a los dulces años de mi infancia, también me inquieta un poco, la verdad. Que fueron años de mi infancia sí, pero, sobre todo, años de tristeza y pena de una España a la que yo, al menos, no echo de menos y miedo me da que otros se dejen arrebatar por su nostalgia. Y más si no olvidamos que trataba de Andalucía la cosa y que de ese pequeño detalle, Andalucía y los andaluces, era de lo que tocaba hablar.

Si que me ha parecido más del debate autonómico lo de recuperar la educación como una competencia del Estado, que igual anda preocupado Casado por el peligro de la manipulación ideológica de los niños andaluces o, igual, por la cosa del negocio privado de los colegios religiosos. Con el PP nunca se sabe si están pensando en Venezuela por lo de la libertad o por lo del petróleo.

Y que ya le digo a este buen señor que esté tranquilo, que aquí no cabe un colegio religioso más, que esos sí que no manipulan y que todos se pagan como hay que pagarlos, con dinero público gracias a una sentencia del Constitucional, que ya sabemos por el señor Cosidó de la independencia del poder judicial en esas altas instancias.

Por fin, y terminando, no tengo un sólo amigo que no tenga un hijo en el extranjero, trabajando o buscando trabajo. Incluso yo comparto esa situación y por eso será que comparto también la preocupación de que esos chavales que han ido a buscar fuera lo que España no les ofrece, no tengan la mala suerte de encontrarse con algún descerebrado xenófobo que destile tanto odio contra los emigrantes como el señor Casado, que aún no se ha enterado de que esta es una tierra de emigrantes, de los que vienen a los invernaderos y de los que se van y que mejor no venga a Andalucía a enredar. A más de eso, la campaña normal.

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