Si buscamos en internet, observamos que son muy numerosas las versiones de Lamma Bada. En la mayoría de los casos figura como anónima, en otras se le atribuye a Ibn Fairuz. En realidad se trata de una de las muwaššahas mas conocidas y populares en el mundo islámico, de origen andalusí, de Ibn Jatima (Almería 1300-1369) según investigaciones de Manuela Cortés.

Posteriormente la música fue recogida por el compositor egipcio Salim Masri en el siglo XIX y fue Ibn Fairuz quién la popularizó en el Festival de Damasco de 1960, aunque ya escuchamos esta melodía en una escena de la película egipcia Anabek ya Hassan, con la danza de la bailarina Naima Akef, en 1958.

De Lamma Bada se han realizado numerosas versiones como las de Radio Tarifa, Cristina Rosmini, La Mar Enfortuna, María del Mar Bonet, Natacha Atlas y Amin Chaachoo. Otras como la de la Orquesta de Montreal con el Rabbi Haim Louk y Tom Cohen de 2011, la Orquesta Andalusí de Jerusalem, la del grupo griego Flamarabenco en 2012 o la del grupo de jazz fusión Amro Salah Trío, con la cantante Noha Fekry. También hay diversas versiones para orquesta, coro o guitarra. Ha llegado hasta Japón versionada para su instrumento típico, la biwa, o para la danza de las japonesas Nadia y Amal. La llevan en su repertorio, entre otros, los artistas afincados en Granada Suhail Serghini, Uzman Almerabet o la cantante Amina Alaoui.

Recordemos que las muwaššahas son composiciones poético-musicales creadas en al-Andalus de corta duración, cuya invención se atribuye a Muqaddam ibn Mu`afa el-Qabri a finales del siglo IX. Estas obras, a grandes rasgos, constaban de seis partes que rimaban entre sí, llamadas qufl o vueltas, y de cinco partes más, denominadas bayt, que no precisaban rima común. El qufl final, conocido con el nombre de jarcha, salida, cierre, podía estar en árabe vulgar o en romance hispánico, a diferencia del resto de la muwaššahas escrita en árabe clásico. En las jarchas se ponen de manifiesto factores sociológicos, la convivencia de distintas culturas y lenguas, y estéticos e ideológicos, así como la intrusión de lo popular en lo clásico y cortesano. Son unas de las primeras manifestaciones de la lengua castellana.

Las muwaššahas siguen en los países islámicos como formas musicales vivas, inspirando nuevas composiciones, aunque han adoptado las lenguas dialectales respectivas. Se podrían distinguir cuatro tipos de repertorios: las muwašša?as árabes con jarchas en romance creadas en al-Andalus, las muwaššahas de la tradición hebraico-hispana conservadas en la famosa Gueniza de Fostat, y las muwaššahas conservadas y evolucionadas en el Norte de África y los repertorios del Próximo Oriente. Lamma Bada, una canción que ha perdurado siete siglos contra el olvido.

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