Manías

Erika Martínez

erikamartinez79@gmail.com

La casa de su amo

¿Qué tipo de modelo humano estamos utilizando para crear vida artificial?

Azuma Hikari es el nombre del personaje inventado por una compañía japonesa para comercializar a gran escala una tecnología que sabíamos posible: la del robot compañero, concretado en este caso en un pequeño holograma capaz de interaccionar contigo, encender la luz, el horno o llamarte por teléfono desde el interior de un cilindro de cristal que me recuerda a esas urnas antiguas con ramos de flores disecadas. Azuma es un dibujo animado cuya vestimenta, moderadamente sexi, recuerda a la de una camarera. Su gestualidad es delicada, su aura inocente y muestra una actitud corporal de absoluta disposición, mientras te mira con sus grandes ojos azorados.

En el anuncio, lanzado para estas Navidades, puede verse como Azuma da los buenos días al hombre que la compró, le ofrece el desayuno y le desea una buena jornada en la oficina. Mientras él trabaja, Azuma lo llama para preguntarle cuándo volverá a casa y comunicarle sus deseos de verlo. En una de las imágenes publicitarias, puede verse a Azuma ofreciendo café a alguien que está sentado frente a una mesa cubierta de papeles, alguien que se ha traído el trabajo a casa y a quien ella muestra su devota comprensión.

Descubrí a esta criatura gracias a una asociación de filosofía que colgó el anuncio en su página de Facebook. Una de las primeras comentaristas del estado reaccionó con el tradicional escándalo apocalíptico: qué nivel de alienación hemos tenido que alcanzar para sustituir la compañía humana por un robot. A lo que los responsables de la página respondieron: "Si te ofrece más o menos las mismas prestaciones que una persona de carne y hueso, ¿qué más da?". Más allá de considerar fascinante la indagación en los conflictos de nuestra inminente convivencia con la humanidad virtual, me pregunto: ¿Desde cuándo "ofrecen prestaciones" las personas de carne y hueso? ¿Qué tipo de modelo humano estamos utilizando para crear vida artificial? ¿Qué dice de nosotros ese modelo?

Lo que Azuma ofrece (en primicia para EE. UU. y Japón) no es compañía artificial contra la soledad. Ofrece la fantasía de una feminidad en extinción: la de una esposa servil que te espera en casa (her master's home) y que además supone un consuelo para tu explotación laboral, reforzando de un solo golpe dos formas de sumisión.

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