Un Centro sin comercio

30 de septiembre 2025 - 03:08

La muerte largo tiempo anunciada del Centro suma cifras desoladoras de cierre de comercios ante la impotencia de los dirigentes y la tristeza de los que nos parece que el ágora ciudadana debe ser el centro de las ciudades, pero un área que sea algo más que bloques de nichos en los que ya o no vive nadie o solo lo ocupan turistas a los que lo nuestro, más allá del souvenir, la tapa o la foto, se la trae al pairo.

Que el Centro languidece ya lo constata cualquiera. Cierre de los locales de siempre donde ya cuelgan descoloridos carteles de ‘se alquila’; desaparición de los negocios con más sabor local por jubilación, ruina o hartazgo; ausencia de bancos más allá de las terrazas que invaden las plazas; calles abarrotadas en fines de semana de efímera vitalidad tan falsa como los atuendos y prótesis de la estética del común.

Dicen que es cosa del Nevada que se lo lleva todo-todo, también la costumbre del paseo ahora bajo techado, hilo musical y aire acondicionado. Eso sí, en Armilla.

Pero no. No es solo la voracidad de aquel espacio por otra parte cómodo y fácil, razón de ser de todo buen comerciante. También hay falta de creatividad y algo de pereza. Porque si no quisimos en tiempos más zapaterías, bares o sucursales bancarias, tampoco queremos ahora más tiendas de turrón ni de objetos inservibles con una vaca que nos incita a entrar a tirar el dinero.

No. Seguimos echando de menos aquella atención en la que te llamaban por tu nombre y volvías porque te hacían rebajillas, en tiendas que nos sorprendan y seduzcan con artículos que solo tienen ellos. No los dependientes de ahora, en rotación enfermiza, que ni te da tiempo a conocerlos.

Una cultura comercial está muriendo asaeteada a impuestos con alquileres astronómicos sólo al alcance de grandes marcas. ¿A alguien le importa? Ni lo más mínimo. Un centro zombi da menos problema y serán pisos a sacar de alquiler turístico con caseros reconvertidos en hosteleros del ruido perpetuo, del vacío entre semana y apretujones los weekend. Hasta los locos encantadores que eran parte del paisanaje se ven desplazados por esta masa que vocea, engulle y hace fotos.

Granada tenía alma y la está perdiendo. A lo idiota. Despoblada, mal vendida, ya ni va a valer siquiera para eso, para el comercio.

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