
Rosa de los vientos
Pilar Bensusan
Y ahora la UGR
Nos cuenta Suetonio en Las vidas de los doce Césares que el divino Julio César, bueno fue divino después de su asesinato, recibió 23 puñaladas y que solo emitió un leve gemido al recibir la primera. Que susurrara eso de ¿Tú también, hijo?, cuando Marco Bruto lo apuñaló, parece que es un invento poco creíble aunque Shakespeare lo incluyera en su famoso drama sobre el dictador romano. Ya ven que eso de inventarse bulos es tan antiguo como el poder.
Revisando mi propia hemeroteca aprecio que cada vez que escribo sobre las aventuras y vicisitudes del gobierno y su presidente empiezo y termino hablando de emperadores romanos o de películas de romanos. Curioso. Pensarán que soy poco original, pero lo cierto es que nuestro gobierno se parece cada vez más a esas autocracias, cuyos sinónimos pueden ser dictadura, tiranía, despotismo o absolutismo, en la que todo depende de lo que emana del jefe supremo o ‘puto amo’.
César estaba avisado de que conspiraban contra él, pero no hizo caso a los peligros de los idus de marzo. Sánchez asegura que hay una confabulación contra su persona y su familia. Ahora descubre que su íntimo Cerdán también le ha traicionado y se muestra abatido, pero Sánchez sigue fiel a su manual de resistencia. Piensa seguir y presentarse en el 2027. ¿Amor al pueblo o al poder? Elijan ustedes.
La catadura moral del presidente va de la mano de quienes le llevaron al poder. Los nacionalistas vascos y catalanes están de mil albricias. ¿Qué pedirán para seguir apoyándole? ¿Qué la selección de Euskadi juegue el mundial de fútbol? ¿Qué el catalán sea lengua oficial en todo el territorio de la Unión Europea?, por pedir que no quede. Ni 23 puñaladas políticas pueden acabar con el divino Sánchez.
Rajoy pedía resistencia y no sabía nada de nada, Aznar sigue pensando que los atentados de Atocha no están del todo aclarados, los de los ERE en Andalucía proclaman su inocencia, los vascos y catalanes nacionalistas siguen encantados con que la corrupción no se detenga y corroa la credibilidad del Reino de España. Va a resultar que quien lo hizo bien fue Juan Carlos que al menos abdicó cuando vio que la cosa olía mal. A Julio César lo divinizaron después de las puñaladas, a Cerdán y compañía como mucho les montarán una serie en Netflix dentro de poco. Lo dicho, prefiero las de romanos. Vale.
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