En tránsito
Eduardo Jordá
Resurrección
Hay filólogos que piensan que el lenguaje es cosa suya. Y a los expertos siempre hay que temerles, incluso a los que redactan las novedades léxicas de la próxima edición del Diccionario de la lengua española. En la definición de ‘perreo’, por ejemplo, hablan de un baile que se ejecuta con eróticos movimientos de caderas, cuando lo que realmente se mueve, con efectos imprevisibles, son los glúteos o las nalgas o el culo; en definitiva, la carne más que los huesos. Si los filólogos son peligrosos, qué decir de los que se atrincheran, buscando la excelencia y la singularidad, en lenguas ancestrales, casi mitológicas, como el euskera que, a lo identitario, añade el plus de lo nebuloso de su origen y que se cogen el castellano, tan bien utilizado en esa comunidad, con el papel de fumar del prejuicio nacionalista. Otros, de baja autoestima, se empeñan en dificultar la vida de parte de la población, obligándola, para ser aceptada, a descuidar la lengua materna y a mimar la lengua madrastra. Los hay también que se inventan una lengua, nacida en cátedras universitarias de Santiago, que exigiría tener abierto un despacho de traductores en cada pueblo de esa hermosa región para que los hablantes del gallego ‘natural’, dialecto histórico del latín, pudieran entender el gallego artificial de su Parlamento. En fin, luego están los adanistas ignaros que quieren innovar, sin atender a los gustos y usos de los hablantes. Son los jóvenes inventores del mundo, alérgicos al pasado, por viejo y obsolescente, que intentan empezar de cero, como si la humanidad, con cada nueva generación, tuviera que hacer tabla rasa de todo lo anterior. Despreciando el saber consuetudinario de los amautas, que así llama el nuevo DLE a las personas ancianas y experimentadas que en las comunidades indígenas andinas disponen de autoridad moral y de ciertas facultades de gobierno. La lista de novedades léxicas de la Academia es excelente. Pero, al par que publica esa lista, tendría que dar a conocer otra en la que apareciesen palabras y expresiones congeladas actualmente, como causa, efecto, libertad, verdad, decencia, dignidad, consenso, buen amor, soneto, paz, acuerdo, educación, cortesía. Y aquellas que ustedes quieran añadir por considerarlas criogenizadas, como lo está Walt Disney, y en espera del deshielo de la razón.
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