Va de conos y de cacas de perro

24 de septiembre 2025 - 03:07

El filósofo y jurista Tomás Moro, cuando se ponía a rezar algunas veces acudía a una oración que le gustaba mucho: “Dame, Señor, un poco de Sol, algo de trabajo y un poco de alegría./ Dame el pan de cada día, un poco de mantequilla, una buena digestión y algo que digerir./ Dame una manera de ser que ignore el aburrimiento./ No me permitas que me preocupe demasiado por esta cosa embarazosa que soy yo./ Dame, Señor, la dosis de humor suficiente como para encontrar la felicidad en esta vida (...)”. Para el autor de Utopía, el humor siempre es lo único que nos salva de esa certeza que es la muerte. Morirse de risa es la mejor manera de dejar este mundo.

La prensa, siempre copada de malas noticias, de inquietantes perspectivas y de intenciones políticas que rara vez llegan a buen puerto, de vez en cuando nos informa de algo que nos hace reír, al menos nos provoca una sonrisa. El otro día nos decían los periódicos que los conos habían vuelto a la hora de subir o bajar a la Costa. Trafico está habilitando un carril adicional para evitar los atascos que provocan las obras del pantano. Y para eso están poniendo los dichosos conos. ¡Qué tiempos aquellos en que la carretera estaba sembrada de conos! María Pérez, nuestra campeona mundial, llegaba antes a Almuñécar o a Salobreña practicando la marcha que nosotros en coche. Tiempos aquellos en los que entrevisté a un cono y al semáforo que hay en Almuñécar frente al cuartel de la Guardia Civil. “Me pongo rojo, pero de vergüenza al ver tanto coche atascado”, me dijo el referido semáforo.

La otra noticia que me ha hecho sonreír es esa que afirma que en la localidad de Gójar están promoviendo un censo canino de ADN para pillar a quien no quiere recoger las cacas de sus perros. Me imagino a los municipales de Gójar–o a quien corresponda– cogiendo muestras de las mierdas de los cánidos para localizar al dueño del animal en cuestión. No hay tarea mala si el beneficio es grande, que dijo aquel. La idea del censo no deja de ser mala porque cada vez hay más perros en las casas y persisten esos dueños que no son capaces de agacharse para recoger las deyecciones de sus mascotas. En el Albaicín, por donde paseo casi a diario, encuentro en calles apartadas deposiciones caninas tan grandes que no se las salta un galgo, por seguir con el juego de palabras. ¡Mucha mierda!, que diría un teatrero.

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