La cuesta de Escoriaza

El primer axioma de la asesoría política es que un político siempre encontrará un "experto" que le diga lo que quiere oír

La cuesta de Escoriaza se llama así por Nicolás de Escoriaza, que fundó en 1903 la empresa "Tranvías Eléctricos de Granada". Esta llegó a operar sobre más de 100 kilómetros de vías, pero en 1963 el Ayuntamiento sustituyó los tranvías urbanos por autobuses y adjudicó la concesión a una empresa de Madrid, Transportes Rober.

En 1972, el Reino Unido unificó bajo una sola marca las empresas de autobuses propiedad del Estado. La compañía resultante, que recibió en 1974 el nombre de National Express, se privatizó en 1988, gobernando Thatcher.

En 2005 National Express compró ALSA, la primera empresa española de transporte en autobús, y en 2007 la segunda, Continental Auto. La historia del negocio de los autobuses puede resumirse en la absorción de compañías, públicas o privadas, con problemas por otras compañías con problemas para intentar mejorar la eficiencia.

En 2021 ALSA ha comprado Transportes Rober, haciéndose así con el servicio de autobuses urbanos de Granada. A partir de ahora, las decisiones últimas sobre los buses granadinos se tomarán en Birmingham, y cada vez que compremos un billete una parte del importe volará hasta el London Stock Market, donde cotiza National Express.

La concesión a Transportes Rober termina a finales de 2022. El Ayuntamiento podría entonces pasar a gestionar directamente el servicio, pero todo apunta a que no lo hará. Para empezar, el alcalde ha mostrado un informe externo que defiende las ventajas de la gestión privada. Pero el primer axioma de la asesoría política es que un político siempre encontrará un "experto" que le diga lo que quiere oír. También puede ser que el autor del informe tema que el servicio lo acabe gestionando Nuestro Salvador, o Sebastián Pérez, o Cuenca, o cualquiera de los que últimamente se han desentendido de los asuntos de la ciudad para enzarzarse en la lucha por la alcaldía: con esas opciones, sin duda es mejor encargarle el servicio a alguien de fuera.

La historia de Rober, ALSA y National Express muestra que el éxito o fracaso de una empresa no dependen de que sea pública o privada, sino de cómo se gestione. Está claro, además, que una empresa pública bien gestionada debe ofrecer el mejor servicio y devolver sus beneficios a la ciudadanía, en vez de enviarlos a lejanos accionistas. Ojalá la empresa concesionaria de los autobuses de Granada fuera pública. Ojalá pudiera fichar como CEO a Nicolás de Escoriaza.

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