Que les den

El partido de Feijóo, que no contaba nada en Cataluña, de pronto se ha convertido en una realidad fundamental

Agradezcamos la sinceridad, no estamos acostumbrados. Al nuevo delegado del Gobierno en Madrid, por ejemplo. En primera instancia porque ya luego, cuando rectificó el vómito del día anterior ya no fue lo mismo, se notaba ese tufo hediondo de la mentira, el obligatorio cumplimiento (cumplo y miento), la orden recibida de lo alto. Despreciable este tipo. Pero sobre todo al candidato a la Alcaldía de Barcelona por el independentismo de derechas, Xavier Trias, de quien al parecer Artur Mas decía que “era tonto”. Lo tenía al alcance de la mano pero la izquierda, con los votos del Partido Popular, lo dejó sin el bastón de mando, compuesto y sin novia. Quería secretamente utilizar el presupuesto de la ciudad de Barcelona durante cuatro años –un dineral– para construir la capital de una Cataluña independiente, desposeer a la segunda ciudad de España en la ensoñación calenturienta en la que están, la capital de la republiqueta catalana. Que vendría a presidir un prófugo que vive en Bélgica como un marajá, Carlos Puigdemont, presunto delincuente por juzgar, como es sabido, por haberse constituido en cabeza de un golpe de Estado que fracasó. El PP podía parar esto, en inteligencia con el PSOE, claro, y la gente de la ex alcaldesa Colau. Y lo hizo. Quiero decir que el partido de Feijóo, que no contaba nada en Cataluña, de pronto se ha convertido en una realidad fundamental, con capacidad para elegir a un alcalde de la ciudad condal, sustrayendo legítimamente a quien se veía investido ya de ese poder fundamental para los objetivos conocidos. Antes roja que rota. Una vez más. Es la línea infranqueable del constitucionalismo español respecto del independentismo. Que con cierta suficiencia y altanería empezó diciendo un ¡que les den! para levantar la voz de la confrontación “con España” (últimas noticias). Lo del PP no ha sido sólo en Cataluña, también en algunas ciudades vascas se ha inclinado por otras formaciones para impedir que los batasunos se hicieran con el poder de esas ciudades, como Vitoria, la capital de la autonomía vasca. Curioso que Trias, de quien Artur Mas decía que era “tonto”, haya desplegado su altanería de patrón escupiendo ese ¡que les den! El socialista Collboni, nuevo alcalde, mientras tanto, se fue a un concurso de paellas a hacerse fotos con las vecinas. O sea, la rutinaria vida de un alcalde. Mañana será otro día. Y Trias, Puigdemont, Borrás, condenada por corrupción y desposeída de la presidencia del Parlament, la otra que quitó la bandera de España de una rueda de prensa, el grupo de vanguardia del ridículo que, por este lado, quiere echar a los españoles de Cataluña al mar o al páramo…

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