Dialogar para mejorar

Son varios los asuntos que forman parte de las preocupaciones de futuro cuando se reflexiona sobre el bienestar social; sobre todo preocupa la sostenibilidad del Estado de bienestar que caracteriza nuestro modelo de convivencia y solidaridad en España y en Europa. Sostenibilidad que está condicionada por la evolución demográfica derivada del envejecimiento de la población.

Las pensiones, la sanidad o los servicios sociales requieren hoy enormes cantidades de recursos públicos para hacer frente a las necesidades que se derivan del proceso de envejecimiento. En el caso de la sanidad, se añade la cuestión de que se pueden vivir más años ya que se han cronificado numerosas enfermedades que, eso sí, requieren más cuidados sanitarios, medicamentos y otras tecnologías sanitarias. El sistema necesita también, por eso, un cambio en su modo de organización.

En el caso de los servicios sociales, la atención a las necesidades derivadas de la pérdida de autonomía personal, (la atención a la dependencia), es otro elemento que demanda cada vez más recursos y un nuevo modelo asistencial bien coordinado con el sector salud.

Sobre las pensiones es evidente que la sostenibilidad del modelo está requiriendo cambios paulatinos y en el futuro inmediato habrá que abordar reformas importantes.

Si se aspira a hacer posible que este modelo de bienestar que, además, genera cohesión social siga siendo posible en los próximos años, se hace imprescindible un diálogo intenso y experto entre las fuerzas políticas y sociales para hacer posible una profunda revisión organizativa, estructural y financiera.

Por todo ello, debemos apelar a la responsabilidad de los poderes públicos, partidos políticos, sindicatos y tejido empresarial para que se pongan ya manos a la obra. Desde la sociedad tenemos también la obligación y la necesidad de exigir diálogo y acuerdos y aportar propuestas para mejorar nuestra realidad y la de generaciones futuras. Cuanto antes mejor.