Un dios insoportable

Está pasando, lo estás viendo. Que un desconocido empuñe un cuchillo y te mate en el nombre de Dios

Mi amigo Miguel, del instituto, me regaló un ejemplar del Nuevo Testamento. Era de tamaño cuarto, tapa blanda, papel muy bueno, algo sepia, sedoso y con la letra de un cuerpo cómodo y bien tintada. Me hizo mucha ilusión y eso que entonces no coleccionaba Biblias. Lo leía mucho, y comparaba la versión con la de Nácar-Colunga, que nos exigía el cura de Religión. Hasta que se lo enseñé, con ingenuidad, a alguien que no recuerdo ahora exactamente. Lo miró con atención y me dijo como enfadado "¿Eres idiota?, ¡este libro es de los protestantes!" ¿Debería saber un niño de tercero de Bachillerato de entonces quiénes eran los protestantes y qué peligro tenía para un católico de 13 años un Nuevo Testamento traducido al español por Reina y Valera? Pues rotundamente sí. Quince años antes de que naciera, pero entonces no lo sabía, al Pastor de la Iglesia Evangélica lo habían fusilado en las tapias del cementerio. Como al amigo de Unamuno en Salamanca, igual. Todo eso imponía un miedo paralizante. No se lo voy a decir a nadie, pero tienes que romper este libro y tirarlo a la basura, es un consejo que te doy, a ti no te va a pasar nada, pero no sé si a tu padre pueden llamarlo a la parroquia o al cuartelillo… Me ha llegado desde aquellos días soleados de mi adolescencia, casi niñez, con cada puñalada que ha recibido el escritor indio Salman Rushdie de un islamista radical de obediencia iraní, nacido en los Estados Unidos, que ha ejecutado la orden de Jomeini, mantenida viva por todos los dirigentes religiosos iraníes. No fui con un cuchillo contra mi amigo Miguel, pero hice algo entonces que todavía me avergüenza: rompí el libro y lo tiré a la basura.

Yo creo en Dios, pero no en los curas, solía decir mi padre. ¡Cuánta razón tenía! Horrorizado he salido de alguna iglesia ante la soflama borde y desenamorada del oficiante. ¿Habla conmigo? ¿Me habla a mí?, me preguntaba en silencio. Como para decirle que si donde pone que Dios es amor hay alguna errata o está mal traducido del original griego. Lleva decenas de años el autor de Versos satánicos escondido y protegido por las autoridades de los países en donde se ocultó del crimen que finalmente encontró en Nueva York. Está pasando, lo estás viendo. Que un desconocido empuñe un cuchillo y te mate en el nombre de Dios en Londres, París o Nueva York. Porque un clérigo temible lo ha ordenado a todos los creyentes. Son siglos sobre los hombros de un dios insoportable, el dios de las plagas, el dios que no ha muerto.

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