La educación, amor al mundo y a los hijos

24 de octubre 2025 - 03:08

Algo se ha hecho y se sigue haciendo mal en la educación de los menores, con consecuencias graves y a veces trágicas. Agravado porque su entorno es más agresivo que nunca, porque tienen libre acceso a través de las redes a contenidos frente a los que no poseen capacidades de discernimiento, porque las inducciones ambientales son más poderosas y eficaces –al disfrazar la imposición de seducción– que los antiguos adoctrinamientos, porque la autoridad de padres y profesores es cada vez más débil y las restricciones sociales, normativas o legales que la ponen en cuestión y la inhiben son cada vez más incapacitantes y los criterios educativos cada vez más confusos o erróneos.

Por no hablar de las “innovaciones” pedagógicas sobre la que alertó hace muchos años Hannah Arendt en La crisis de la educación: “Se permitió a toda una serie de teorías educativas modernas, de origen centroeuropeo y que consistían en un pasmoso revoltijo de sensateces e insensateces, realizar la más radical revolución en el sistema educativo entero, bajo la bandera de una educación progresiva [que] ha desbaratado todas las tradiciones y todos los métodos establecidos de enseñanza y aprendizaje, todas las reglas del buen sentido”.

En su libro Profesor(x)s. Un emoji (El Viejo Topo) Santiago García Tirado, profesor de Lengua y Literatura en secundaria, concluye que “de lo que se trata es de dilucidar si, en adelante, la escuela seguirá siendo ese lugar al que los ciudadanos llevan a sus hijos para que desarrollen su potencial humano y sean preparados para asumir el mundo, o si, como quieren otros, será la granja donde se prepare a la próxima generación para ser a la vez consumidora y mercancía”.

Dicho en palabras de Arendt: “La educación es el lugar en que decidirnos si amamos al mundo lo bastante como para asumir su responsabilidad y, por la misma razón, salvarlo de esa ruina que, de no ser por este renovarse, de no ser por la llegada de lo nuevo y lo joven, sería inevitable. La educación es donde decidirnos si amamos a nuestros hijos lo bastante como para no expulsarlos de nuestro mundo y dejarlos a merced de sus propios recursos, para no arrebatarles su oportunidad de emprender algo nuevo, algo que no hemos previsto, sino prepararlos con antelación para la tarea de renovar un mundo común”.

stats