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Será porque estamos acostumbrados a que cualquier famosillo de tres al cuarto se arrogue un lugar en el olimpo o porque vivimos rodeados de narcisistas de egos desmedidos. Pero debo reconocer que el delicado gesto de Kate Winslet con una joven periodista me ha devuelto la confianza en que somos mejores de lo que creemos. Mucho más, sin duda. Quizá no lo hayan visto, ya que el foco de atención ha sido futbolístico y musical. Les cuento. Una joven periodista, enviada a entrevistar a la gran dama de la interpretación, ganadora de los más importantes premios internacionales, le confiesa azorada, algo balbuceante y muy nerviosa a Mrs. Winslet que es su primera entrevista. Y la reacción de la actriz es tan exquisita que resulta absolutamente alentadora. No sólo la tranquiliza. Le sonríe, la anima, se pone en su lugar, la aconseja y ayuda. Demuestra, de un modo realmente excepcional y en absoluto artificial o impostado, como la auténtica grandeza de espíritu está trufada de humildad y elegancia.
No me cabe duda de que la empatía es la calidad más esencial de eso que llamamos civilización. Ponerse en el lugar del otro, recordar que todos tuvimos un primer día de trabajo y que, del mismo modo que quien tienes delante, te sentiste inseguro, nervioso y preocupado. La mera convicción de que los demás también pueden esforzarse mucho, entregarse y, sin embargo, triunfar o fracasar, como podría habernos ocurrido a nosotros mismos, es la esencia de la empatía y un fundamento básico de la ética. Y sin embargo, es muy habitual presenciar desprecios, salidas de tono y groserías, ayunas de elegancia y de moralidad. Porque no es necesaria la maldad para provocar a otros un daño innecesario; la mera ausencia de amabilidad, cordialidad y comprensión son más que suficientes. Parece que nos empeñamos en contradecir a Séneca, pues, como dejó escrito: "Dondequiera que haya un ser humano, hay una oportunidad para la bondad".
Reconforta ver gestos así. Más, en estos tiempos de popularidades instantáneas, en los que la fama, esa gloria en calderilla que decía Víctor Hugo, se busca y se consigue a golpe de insulto y bufonada. Quizá por todo ello, la exquisita cortesía de Kate Winslet con una bisoña periodista nos hace sentirnos mucho mejor con la Humanidad. Porque, en palabras de otra gran mujer -Simone Veil- "la atención es la más extraña y más pura forma de generosidad".
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