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Adonald Trump no le gustan Europa ni los europeos. Vaya por Dios. Por si no hubiera quedado claro con los continuos desprecios que ha eructado durante su primer año en la Casa Blanca, el documento de estrategia en política exterior que se conoció la semana pasada dibuja a Europa como un territorio en decadencia que es incapaz de comprender y adaptarse a los nuevos vientos que dominan el mundo, que son, naturalmente, los suyos. La cuestión no puede tomarse a la ligera. El documento marca la estrategia de seguridad nacional para todo el mandato y pone negro sobre blanco dónde están los aliados de Washington, dónde sus enemigos potenciales o reales y cuáles son los indiferentes.
La conclusión es que Europa ha dejado de ser el aliado más seguro de los Estados Unidos y se sitúa a medio camino entre los rivales y los indiferentes. Por lo menos, la Europa de los derechos humanos, de las libertades y de las políticas de bienestar que se ha construido durante los últimos ochenta años y que la Unión Europea y, hasta donde se quiera, la OTAN representan como estandartes. Pero hay otra Europa emergente que Trump mira con buenos ojos y que está dispuesto a impulsar y apoyar: la de los partidos populistas de extrema derecha que importan los postulados más clasistas, racistas y xenófobos del universo MAGA, la doctrina con la que quiere cambiar el mundo. Clientes a este lado del Atlántico no le faltan.
El cambio en las relaciones entre Europa y Estados Unidos es enorme y lo cambia todo. La deja sola en un mundo que está azotado por enormes tensiones. Hasta ahora, los europeos sabíamos que pertenecíamos a un bloque que nos garantizaba la defensa de un modelo económico y de seguridad. Ese modelo está roto y seremos nosotros solos los que tendremos que asegurar lo que queramos ser en el futuro. Incluso aunque Trump desaparezca dentro de tres años y en Washington se produzca un giro político, las cosas ya no volverán a ser como antes. Más la vale a Europa tomar conciencia de que los tiempos han cambiado. La defensa de los valores que han sustentado un periodo de libertad y de seguridad como nunca se había conocido en la historia la tendremos que hacer con nuestros propios medios. La gran duda es si para ese empeño valen las actuales estructuras políticas europeas.
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