Eurovisión no nos quiere

20 de mayo 2025 - 03:08

Ni disfrazados de ‘Chiquilicuatre’, ni de ‘zorra’ ni de ‘diva’. Igual ni vestidos de lagarterana o de torero nos votarían en Eurovisión, ese espectáculo comercial de medio pelo que se devalúa con los años a base de parodias, cantantes barbudos con tacones y traje largo o aquelarres musicales que solo mueven a bajarle a la tele el sonido.

Lo de resucitar a esta Melody profesional, madurita y empoderadisima, para acabar en el segundo puesto por la cola es una entrega más de este ejercicio de gestionar la frustración de vernos relegados a los últimos puestos hagamos o no el ridículo más espantoso. Evidentemente, tenemos gafe en este concurso.

Melody no se merecía esa puntuación de castigo, está más que claro, pero se metió donde no debía y encima hicieron política a su costa, otra de las constantes de este festival donde el plumero de lo político aparece por todos lados ahora reconvertido en causa humanitaria contra esos salvajes israelíes que celebraban sus resultados musicales enviando tanques contra la población desamparada de Gaza con resultado de cincuenta muertos la misma noche que recibía doscientos noventa y siete points para Yuval Raphael, su representante.

La sospecha general es que hubo algo de voto de castigo popular contra el ‘wokismo’ sanchista en ese darle donde points a Israel desde España, vía voto popular, unas horas después de colgar TVE el eslogan anti matanzas Frente a los derechos humanos, el silencio no es una opción. Paz y justicia para Palestina. La polarización que nos gobierna decidió que defender a los gazatíes del exterminio es de izquierdas mientras que apoyar a Netanyahu y su expansionismo defensivo sería ‘derechoso’ aunque se aleguen que fue un acto de legítima defensa contra los cohetes casi inocuos que les lanzaron y los secuestros que realizaron los desaprensivos de Hamas, artífices en la sombra de este despropósito de guerra que supera ya los cincuenta mil muertos.

El diálogo y con él la música, el más internacional de los lenguajes, son el gran fracaso de esta Eurovisión sin alma, no sólo de España, sino de un festival sin sustancia artística ya que al ponerse de perfil ante la tragedia solo profundiza aún más en el agujero sin fondo en que entró hace lustros y en el que sacar pocos puntos, bien mirado, es el verdadero aplauso.

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