La chauna

José Torrente

torrente.j@gmail.com

El expediente

En clara sintonía con su cinismo personal, no está previsto que inicie un expediente contra sí mismo por faltar a la verdad

Al Sánchez de la libertad le ha salido el autoritarismo más rencoroso como líder del PSOE. La libertad que él defiende tiene condiciones que han de cumplir los demás bajo su ignífugo mando. Una cláusula de obligado cumplimiento que se resume en la siguiente máxima caudillista: ningún militante criticará a su persona.

Para el presidente, la militancia socialista tiene una cláusula suspensiva de la libertad de expresión. Ni siquiera en caso de manifiesta concurrencia de motivos, ni aún en el caso de que Sánchez tenga al menos una mentira como daga acusatoria los lunes, los martes, otra más los miércoles, y así sucesivamente a lo largo de todas y cada una de los días que gobierna, incluyendo fiestas de guardar.

De ahí que tras el sorpasso sufrido en Madrid, Sánchez haya decidido construir pantallas de exoneración de la responsabilidad propia, e iniciado una maniobra para ensordecer exigencias a su liderazgo. Así, ha delegado sus culpas en la dimisión del secretario regional, el bien mandado Franco, y conminado a Gabilondo a que ni siquiera recoja una de las 23 actas de diputado a las que tiene derecho el grupo menguante del PSOE en la Asamblea.

Por si quedara algo de inconsistencia en el muro de Constantinopla que construye en su defensa, Sánchez ha puesto el último adoquín de la muralla, intentando que las almenas rotas de su debilitado torreón las paguen Joaquín Leguina, único presidente del PSOE en la Comunidad de Madrid, y Nicolás Redondo, ejemplar luchador por la Constitución en el País Vasco. A ambos les ha abierto expediente sancionador, encaminado a su expulsión como militantes históricos del PSOE. Todo por haber hecho uso de la libertad que tienen consagrada en la Constitución española, primero, en su carné socialista después, y en su deber de honestidad socialdemócrata siempre. Es una señal más de la desconexión galopante del sanchismo con la verdad de la calle.

En clara sintonía con su cinismo personal, no está previsto que Sánchez inicie un expediente contra sí mismo por faltar a la verdad como sistemático plan diario de su Gobierno. No hay expediente a la vista como humilde autorreproche, por su connivencia y pactismo con quienes dijo que no iba a dormir nunca. Ni por su derrota ante el TC se le atisba sonrojo tras anular el Alto Tribunal su marrullera maniobra con motivo de la pandemia, para colar a Iglesias y Redondo (Iván) en el CNI a través del decreto antipandemia.

Lo dicen ellos: el PSOE, secuestrado por Sánchez.

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