Monticello
Víctor J. Vázquez
Un triunfo póstumo
Lo que pudiera haber parecido imposible de explicar a un japonés, por ejemplo, resultó ser una manifestación cultural que se ha difundido por muy diversas geografías en el mundo conocido, que diría un clásico. Hablamos, como es fácil suponer del flamenco, ese conjunto de expresiones artísticas, genuinamente españolas y cuyo ramillete ha merecido el reconocimiento de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, es decir, sin duda la aportación nacional más importante a la cultura popular de los seres humanos.
¿Y qué pinta Granada en todo esto? Granada pinta mucho, pues fue en esta tierra –y vino hace poco a cumplirse un siglo– donde estas manifestaciones, diversas y complejas, que son el arte flamenco, fueron rescatadas de su existencia marginal, obscura y denostada, para ser llevadas, con todo aprecio, respeto y dignidad, a los más exigentes escenarios en todo el mundo. Esto sucedió cuando el Centro Artístico de Granada, patrocinado por el Ayuntamiento de la ciudad, convocó y celebró –en 1922– el primer Concurso de Cante Jondo, en cuya organización intervinieron muy influyentes y prestigiosas personas, pertenecientes al mundo de las letras y las artes, nómina de artistas e intelectuales que, por poder ser en exceso prolija para el tamaño de esta breve columna, renunciamos a destacar.
En la tierra granadina han profundizado, desde la conquista de la ciudad y la llegada a la misma de los gitanos –en el tiempo de los Reyes Católicos– las más hondas y fuertes raíces del arte flamenco, aunque luego, otros diversos lugares de la actual Andalucía Occidental le disputen eso de ser considerados como “cuna del arte flamenco”, circunstancia que es imposible que resida en lugar concreto, ya que el flamenco es un muy complejo mosaico de expresiones artísticas, con muy diversas influencias geográficas y supra temporales.
En estos días comienzan los actos conmemorativos del 75 Aniversario de la fundación de la más antigua peña flamenca de cuantes existen, que es la de Granada, denominada –por el lugar de su nacimiento– “Peña de la Platería”. Por ella han pasado los más grandes e influyentes artistas de la segunda mitad del siglo XX y de cuanto llevamos vivido de este. Y una gran parte de la buena afición. Y la conmemoración, que lo va a ser con múltiples acontecimientos, da comienzo en la tarde de mañana, en el corazón del barrio de El Realejo, Palacio de los Condes de Gabia, con una muestra expositiva en la Sala Taller que es una espléndida clase de historia; en textos e imágenes; de las raíces granadinas del flamenco: la intrahistoria del flamenco de “Graná”. Habrá que visitarla ¿O no?
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