El futuro de León XIV

09 de mayo 2025 - 03:09

El repique de las campanas de San Pedro vibró por toda Roma, anunciando al mundo lo inesperado. Humo blanco. Habemus Papam. Pero esta vez, la sorpresa no terminaba con el nombre anunciado desde el balcón. El cardenal protodiácono, con voz solemne, pronunció: “Habemus Papam: Eminentissimum et Reverendissimum Dominum, Robertum, Sanctae Romanae Ecclesiae Cardinalem Prevost, qui sibi nomen imposuit Leonem Decimum Sextum”. León XIV. El cardenal Prevost, arzobispo de Chiclayo (Perú), conocido por su humildad, su espiritualidad y su sorprendente parecido intelectual con el papa Francisco. Los medios lo apodaron el “gemelo” de Francisco. Las comparaciones, inevitables: mirada bondadosa, sonrisa cálida, incluso una manera similar de gesticular. Pero, sobretodo, una conexión espiritual, una admiración mutua florecida durante años de colaboración en el servicio a la Iglesia.

El primer discurso fue sencillo y directo, imbuido de la calidez y cercanía que caracterizó el pontificado de su predecesor. “Hermanos y hermanas, recibo este llamado con humildad y temor. El legado de Francisco es un faro que ilumina nuestro camino. Con la gracia de Dios y la ayuda ustedes, procuraré seguir sus pasos, llevando el Evangelio de la alegría y la misericordia a cada rincón del mundo.”

Así fue. En sus primeros años de pontificado, continuó reformas iniciadas por Francisco, profundizando en el diálogo, la atención a los pobres y la defensa del medio ambiente. Pero aportó su sensibilidad, fruto de su cercanía a las comunidades marginadas y su conocimiento de los desafíos del mundo contemporáneo. Iniciativas para fortalecer las iglesias locales y promover una mayor participación de los laicos. Mirada a los jóvenes, promoción de políticas que ofrecieran esperanza y oportunidades… a medida que pasaban los años, León XVI se consolidó. Demostró ser un pastor con su propio carisma, una voz que resonaba con fuerza en el mundo.

Un día, durante una audiencia en San Pedro, un niño se acercó corriendo. Los guardias se movieron para detenerlo, pero León XIV les hizo un gesto para que lo dejaran acercarse. El niño, lleno de curiosidad, le preguntó: “Padre, ¿usted es como el papa Francisco?” León XIV sonrió con ternura, tomó la mano del niño y respondió: “Soy Robert, llamado a servir como Pedro. Francisco me mostró el camino, y con la ayuda de Dios, intento seguirlo con mi propio corazón.”

Aunque la sombra de Francisco es inevitable, esperamos un León XIV que brille con su propia luz de humildad, Que su servicio y amor continúe iluminando el camino de la Iglesia en el siglo XXI. Que el “gemelo” se convierta en pastor, guiando a su rebaño con la sabiduría de la tradición y la frescura de un espíritu renovado. Y que las campanas de San Pedro y las de mi Catedral de Granada sigan repicando, anunciando al mundo la presencia del amor de Dios en la tierra.

Habemus papam.

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