‘Glocalizados’

11 de noviembre 2025 - 03:08

Cada vez que llegan amigos desde otras latitudes y recorremos la ciudad a ese paso meditativo que se te instala al contemplar de nuevo, como por vez primera, la maravilla, tengo oportunidad de tomarle el pulso de primera mano a esa realidad, tangible casi, por lo que expresan y transmiten de cómo lo que nos sucede aquí, tan al sur, es casi lo mismo que les sucede a los que habitan Berlín, Valencia, Madrid, Barcelona o Rosario.

Porque si estamos todos tan hiper-inter conectados que lo ‘glocal’ se ha instalado hasta el punto de que te comparten vivencias del día a día que bien podría decírtelas tu compañero del curro o vecino mismo del segundo o el del cuarto.

Te hablan, entre monumento y monumento visto y disfrutado, de esa frontera infranqueable tan compartida por todos de poder alcanzar a vivir en un piso que no sea compartido en las afueras de cualquier urbe y, además, pagando lo que costó siempre un alquiler medio pero a solas. Ya es un sueño inalcanzable esa quimera de tener tu apartamento no ya céntrico sino incluso en lo alto del pico.

O te cuentan de la avidez compartida por huir (literalmente) de la masa turística, esa marabunta que eleva precios y desaloja inquilinos de los cascos históricos ante la pasividad de las autoridades que, encantadas con los pingües beneficios que les entran por el pago del IBI de los fondos buitre metidos a especuladores inmobiliarios, miran hacia otro lado mientras hacen caja para pagar la pavimentación de las avenidas.

Hay un denominador común entre los que vienen de cualquiera que sean las latitudes de cierto hartazgo resignado ante la victoria indiscutible pero asfixiante del capital sobre la necesidad más elemental y humana. Hay, se observa, una rendición de fondo ante la maquinaria mediática que apisona el sentimiento de rebeldía a base de sobredosis informativa y la urgencia de resultados que exige el vivir, cuando lo elemental y necesario se ha puesto a niveles inalcanzables no ya para los marginales sino, también, para esa enorme clase media que vive ya amalgamada-confundida con los desposeídos de siempre y que, sin embargo, se afana todavía por mantener las esperanzas de que alcanzará algún día siempre postergado ese horizonte de equilibrio que dimos por siempre ya irremediablemente por perdido.

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