Las goteras de Educación

Parece que en más de diez años de goteras continuas no hay presupuesto para un arreglo decente

Pueden ustedes pensar que el título de esta columna hace referencia metafórica a las continuas reformas educativas que desde hace años se vienen sucediendo en este país. Ya sabemos que cada vez que un gobierno obtenía mayoría absoluta se cambiaba la ley, siempre en contra de la anterior. Y siempre sin consensuar nada con la oposición. Quizás en lo único en que han coincidido todas las leyes educativas ha sido en ir cediendo poder a las autonomías, de modo que tenemos como quince sistemas educativos. En breve tendremos que estudiar seis idiomas para poder viajar por el neo-Estado feudal en que se está convirtiendo nuestra piel de toro y olvidar el idioma que nos unifica (o unificaba). No me refiero a ese problema.

Podría referirme a los continuos informes PISA en que no terminamos de despegar o simplemente somos unos más del montón de los países europeos, salvada la excepción finesa, alejados de países asiáticos donde la disciplina y el esfuerzo se valoran y premian. Aquí, ya sabemos que los chavales pueden traumatizarse y no hay que pedirles demasiado. Comprenderán ustedes que lo prioritario es invertir en poner calefacción y aire acondicionado en los colegios para que el "clima de aula" sea muy favorable. Ya que están cuasi-obligados, por lo menos que no pasen ni frío ni calor. Tampoco me refiero a esas goteras.

Lo cierto es que cuando escribo este Cajón -sábado noche- está lloviendo de continuo y temo que cuando regrese a mi lugar de trabajo, matinal del lunes, no estoy muy seguro si tendré que entrar en canoa; por seguro que tendré que hacerlo con paraguas, como lo vengo haciendo desde hace bastantes años. Les aclaro que hago referencia a las goteras (el agua que cae del techo) de la Facultad de Educación de mi querida Universidad. La universidad pública de esta ciudad, y la primera de Andalucía en todos los ranking y clasificaciones, que se publican y publicarán, por mucho que le pese a los de la orilla capitalina del Betis (nombre romano del Guadalquivir).

Parece que en más de diez años de goteras continuas no hay presupuesto para un arreglo decente. No es que pida presupuesto para un mejor (nuevo) edificio que, por ejemplo, pudiera acoger a los que reciben la formación como profesores de Educación Secundaria. Solo me quejo de las goteras. Y cuando visito las flamantes nuevas Facultades del Campus de la Salud me pregunto si también tendrán goteras. Si las tienen deben ser más modernas que las de Educación. Vale.

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