Gracias, amigos

05 de noviembre 2025 - 03:08

Mi amor por Granada es un amor correspondido. Yo la quiero, la amo, me gusta verla todos los días y me parece guapa incluso cuando está sin maquillar. Y Granada me corresponde tratándome lo mejor que puede. Hace que me sienta bien admirando sus calles y plazas, oyendo a su gente hablar y degustando un remojón o, si es febrero, zampándome una olla de San Antón. Cuando estoy lejos de Granada, cierro de vez en cuando los ojos y me viene a la mente los vislumbres de la tierra que me acoge: la vista de la Alhambra desde el mirador de San Nicolás, mis paseos sabatinos por la vereda de Enmedio, mi vermú al final de la mañana en Castañeda, el olor a galán que desprenden los cármenes albaicineros en los primeros días de verano, el desayuno de una tostada con aceite en la cafetería de siempre, esa excursión por el campo que ordena mi mundo los fines de semana, ir a Montefrío o a La Calahorra para contemplar las piedras bien puestas de los castillos y fortalezas que construyeron nuestros antepasados, la escapadas a La Alpujarra para encontrarme con las amistades de allí, los viajes a la Costa para ver si con vaivenes del mar sigue en su sitio, el olor que desprenden las habas fritas autóctonas y el recuerdo de los años en los que me sorprendía el amanecer con una copa de manzanilla en las manos en cualquier caseta del Corpus.

El lunes, la gente de Granada me demostró que aquí soy bien avenido, que los granadinos ya me han otorgado el diploma de malafollá. Los amigos y lectores me arroparon al llenar por completo la sala Val de Omar de la Biblioteca de la Biblioteca de Andalucía, donde presentaba mi nuevo libro (Atentando en el embovedado del Darro), una novela de humor que he llenado de personajes, paisajes y monumentos granadinos. Agustín Martínez, que presentó el libro, habló tan bien de mí que me sacó los colores y los asistentes pasaron un buen rato porque se departió mucho sobre Granada y del carácter de su gente. Y como es de bien nacidos ser agradecidos, le agradezco a la Biblioteca de Andalucía haberme dado cobijo literario (allí siempre juego en casa), a la editorial Esdrújula por estar siempre dispuesta a publicar mis paridas y a todos aquellos que estuvieron presentes en el acto. Y también a los que no pudieron estar y me han mostrado su amistad a través de lindos mensajes. Gracias a todos, amigos.

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