
Vía Augusta
Alberto Grimaldi
Derrumbe
Mar adentro
HEMOS empezado mal el año en Granada. Quienes llevan las cuentas, han contado en estos días 2.501 parados más y un total de 101.383 en la provincia. (Los parados, como los Sin papeles, son personas que se definen por lo que no tienen o por lo que no les dejan tener. A nadie le importan mucho, excepto para contarlos). Demasiadas personas sin recursos, piensa una, que estarán aún peor si añadimos que los desempleados cobran hoy menos subsidios que diez años atrás.
Pero las malas noticias granadinas se suman en estos comienzos de año. La provincia se coloca en cuarto lugar nacional en economía sumergida, sólo por detrás de Almería, Zamora y Albacete: un 32% alcanza el flujo del dinero negro en esta región. (Según los sindicatos, quizás la cifra alcance el 35%, porque los que cuentan no han contado todo).
Lamentablemente, tampoco la cultura va bien. Otras estadísticas nos informan que la capital granadina ha descendido del puesto 7 al 14 dentro del ranking de ciudades culturales españolas. La cultura, de la que siempre ha presumido esta ciudad, también nos abandona. Málaga, esa moderna ciudad que algunos siguen viendo todavía como un pueblo cercano y atrasado, se ha ido bastante por delante. Y es lógico. Sólo de La Alhambra no se vive. Y en Málaga, que no la tienen, se han preocupado por crear un museo Picasso, un Thyssen y hasta un Centro Pompidou, mientras Granada sobrevive como puede con su pequeño y heroico Guerrrero y con la eterna promesa de un Centro Federico García Lorca al que quizás deberíamos llamar Centro Godot, porque llevamos demasiado tiempo esperándolo y no llega ni abre nunca.
Y, como remate, en este comienzo de año continuamos padeciendo el LAC que, al contrario del Centro Lorca, llegó enseguida, sin apenas planificación y sin que nadie lo esperara. Porque parece que no era suficiente el desempleo, el dinero negro y la falta de ofertas culturales. Y había que seguir sumando. Nada como esta ola de frío que se avecina (la primera ola de frío con LAC) para comprender el sentido de este peculiar transporte granadino y para recordar intensamente al Ayuntamiento y a la señora Telesfora. Y para decirnos, mientras contamos y subimos al sexto autobús del día, que la vida, a menudo, resulta muy injusta. Porque estoy casi segura que entre los 2.501 nuevos parados de Granada ninguno es concejal del Ayuntamiento, ni de Tráfico ni de ninguna otra concejalía.
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