Alto y claro
José Antonio Carrizosa
Vox, un estado de ánimo
Los tres más importantes reyes de Inglaterra fueron reinas. Un caso único en la historia. La primera, Isabel I, reinó de 1558 a 1603; la segunda, Victoria, de 1837 a 1901; la tercera, Isabel II, de 1952 a su fallecimiento el pasado jueves.
La primera dio nombre a la era isabelina en la que Inglaterra culminó su unificación, su estabilidad política y su identidad nacional, definió su cultura y puso las bases de su futuro poderío. Bajo su reinado florecieron como nunca antes lo habían hecho el teatro, el pensamiento, la poesía y la música con Shakespeare, Marlowe, Johnson, Bacon, Done, Byrd o Dowland.
La segunda dio nombre a la era victoriana en la que el Reino Unido se convirtió en el imperio más extenso y poderoso del mundo, Londres en la capital más grande e importante de occidente, las costumbres inglesas en las más influyentes y su cultura -sobre todo la literatura- en la más popular, con Dickens encabezando una comitiva en la que figuran Thackeray, las Brontë, Stevenson, Eliot, Gaskel, Conan Doyle, Kipling, Hardy, Wells, Conrad o Bernard Shaw. No sorprenda encontrar entre los victorianos a los "modernos" Conrad o Bernard Shaw: Conrad publicó sus cinco primeras novelas y Shaw estrenó sus seis primeras obras bajo el reinado de Victoria.
A la tercera, Isabel II, le tocó mantener el prestigio internacional del Reino Unido mientras el Imperio se desmoronaba -espléndido titular de Enric González: "Cómo perder un imperio sin perder la compostura"- demostrándose bajo su largo reinado que no era necesario ser la primera potencia mundial para seguir teniendo una presencia internacional política y culturalmente influyente. Basten los ejemplos de la moda y de la música que hizo temblar en los años 60 el imperio estadounidense con lo que se llamó la British Invasion.
Otro caso único que une a las tres reinas es que ninguna debía serlo. Llegaron al trono muy jóvenes (Isabel I con 25 años, Victoria con 18 e Isabel II con 26) y por accidente: Isabel I, hija de la decapitada Ana Bolena, tenía por delante a su medio hermana María I y como concurrente a María de Escocia; Victoria reinó tras la muerte de su tío Guillermo IV sin descendencia legítima; e Isabel II reinó a causa de la abdicación de su tío, Eduardo VIII, que llevó a su padre al trono. Las tres jóvenes reinas por accidente han sido decisivas.
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