¿De qué hablar?

Hablar sobre la recomendación de Europa de bajar un grado la calefacción es una frivolidad

No sé sobre qué escribir esta semana. No quiero escribir sobre la guerra. Ya lo hice. Entonces, ¿de qué se escribe cuando no se quiere escribir sobre una guerra y se vive una guerra? ¿De qué escribir que no resulte frívolo? Hablar sobre la recomendación de Europa de bajar un grado la calefacción para no favorecer a Putin es una frivolidad mientras la población huye caminando entre la nieve, arrastrando niños y ancianos. Detrás quedaron hijos en edad de defender al país, parejas, amigos, funcionarios, actores, bailarinas, tenistas, convertidos hoy en soldados, convertidos en asesinos, dispuestos a matar a otros niños, con uniforme sí, pero niños, porque son niños mayoritariamente los que encabezan las fuerzas militares de la URSS. Pero insisto, no quiero hablar de la guerra, hablar del terror de Mariúpol. El hospital infantil bombardeado, destrozado, arrasado. Parturientas, niños enfermos bajo los escombros. Un nazi de pro pensaría que es un buen blanco. Para qué niños enfermos, niños tarados, que sufren el presente y sufrirán el futuro. Es un acto de caridad cristiana ayudar a la selección de la especie. Desde Rusia comunican que ellos no atacan a civiles. ¿Y quién vive en las ciudades arrasadas sino civiles? El cinismo se impone. No quiero hablar de la guerra. Mejor escribir del Madrid venciendo al PSG, la alegría de los que olvidaron porqué llevan mascarillas para abrazarse en la euforia. No hubo guerra durante 95 minutos, desapareció el miedo que impone la cercanía, porque es la proximidad la que la hace más guerra, más atroz, respecto a las múltiples y perennes guerras. Mejor volver la vista a la crónica local, hablar de políticos que desearon ser estrellas mediáticas y se quedaron tan sólo en políticos, maestros en dar por hecho lo que no es un hecho. Y ahí están, inaugurando una obra donde no ha puesto el pie ningún albañil. Los obreros no son relevantes si el político está para sonreír a las cámaras. Las noticias locales me producen vergüenza ajena. Dicen que Chernóbil se ha quedado sin suministro energético lo que podría suponer un nuevo accidente nuclear. Hay un cuerpo en el arcén. Alguien tuvo la decencia de cubrirlo con una manta, de ocultarnos el rostro de la muerte. A su lado quedó la maleta. Tiene el asa elevada, dispuesta para seguir el camino a ninguna parte que no continuará. Hablar de 'Poseidón, la nueva amenaza rusa. "Y así amanece el día con las sábanas/ estranguladas por la muerte sucia", leo en un estremecedor poema de Tomás Hernández, y yo no sé sobre qué escribir en esta nueva mañana trágica, y no quiero escribir sobre la guerra.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios