La colmena

Magdalena Trillo

mtrillo@grupojoly.com

¿Qué hace un reno en Lisboa?

Aunque sólo sea porque casi es Navidad, ¿hasta qué punto no estamos inflando entre todos la burbuja por 'lo más'?

No siempre más es mejor. Y no siempre hay un hermano pequeño -o mayor- a quien echarle la culpa. Primero fue el árbol de Navidad, luego le tocó a Papá Noel, por momentos al Día del Padre, de la Madre y de los Enamorados y el Black Friday ha terminado desatando la fiebre consumista obligándonos a agradecer que se haya inventado un (oportuno) Giving Day con que expiar nuestros pecados.

No nos gusta la dictadura del capitalismo pero nos da urticaria pensar en el comunismo -porque alternativa, salvo que algún Nobel de Economía nos ilumine, no hay-; criticamos las compras compulsivas pero sabiéndonos rehenes del amigo invisible -¡era por diversión, claro!-; nos declaramos ecologistas pero nos da pereza cargar con la bolsa reciclable -¡somos personas ocupadas de ciudad!-; denunciamos los excesos a los que nos obliga el ritual de las fechas pero acabamos comportándonos como borregos... Refugiándonos en los destinos que nos prometen lo más, pagando el doble por un kilo de gambas porque es Nochebuena, comiendo doce rutinarias uvas con sus indigestas pepitas y hasta poniéndonos un tanga rojo en Nochevieja porque (supersticiosamente) nos da suerte.

Rute, mi pueblo natal, se ha inventado como destino turístico promocionando el belén de chocolate más grande del mundo. A partir de noviembre no cabemos, los autobuses devoradores de anís y mantecaos no pueden ni aparcar y no somos pocos los que acabamos huyendo al municipio de al lado para poder tomarnos una cerveza y unas tapas... Son males del turismo de masas pero no hay malas intenciones. El problema llega cuando se desvirtúan las expectativas. Nada hay peor que un engaño. Ni siquiera un pecado del que nos podemos redimir. Le acaba de pasar a Lisboa. Ha sorprendido este año con "el mayor parque temático de Navidad de Europa", toda una Laponia con trineos, pistas de hielo y paisajes espectaculares, y ha muerto de frustración. Aluvión de quejas y las organizaciones de consumidores explicando cómo reclamar. La tierra portuguesa de Papá Noel no sólo era una ficción recreada por ordenador; hay visitantes que incluso han denunciado situaciones de maltrato animal... ¿Qué hace un reno en Lisboa? Una parte de la respuesta corresponde lógicamente a los promotores de la Capital do Natal pero, admitámoslo aunque sólo sea porque casi es Navidad, otra buena parte la tenemos todos nosotros. Los que, tal vez sin darnos cuenta, estamos inflando la burbuja de lo más.

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