La trastienda
Siete años para un espigón
Un día feliz el sábado pasado. Celebraban sus diez años los amigos del coro Gospel sounds y nos invitaron a los que fuimos miembros en esta década a la gala. También a otros coros y artistas granadinos como el de rock, de flamenco o el coro de soul, gente en fin que hace algo más allá del canto con traje negro y los clásicos gorgoritos.
De este modo pude ver a más de mil personas levantadas de sus asientos cantando letras en inglés y danzando todos al unísono hacia el final de la gala. Les miraba desde el escenario donde nos invitaron a subir mientras me movía al ritmo contagioso y fresco del coro sintiendo ese flujo de energía de ida y vuelta que tanto recarga.
El gospel es distinto. Nació en el profundo sur americano del sincretismo entre las voces de los esclavos evangelizados/domesticados en las iglesias baptistas a las que les aportaron su ritmo y su expresividad corporal al cantarle a un Dios que ellos traían también consigo. ‘Palabra buena’ o de Dios es la traducción de ‘godspell’ y sí, algo sagrado se siente cuando lo cantas o escuchas si es de este grupo de treinta y una personas que comenzaron con un coro clásico en Armilla hasta bordar estos más desenfadados. Con constancia y trabajo duro han logrado la puesta de largo de su canto del sábado abriendo una brecha en Granada para otras formas de canto coral. Bravo.
Compartí con ellos ensayos y actuaciones años atrás y no les escuchaba hasta este sábado. Me quedé impresionado de la calidad y cohesión alcanzada. Los que saben de esto conocen lo difícil que es avanzar y más aún permanecer. De ahí el contento. Ya sólo les falta un buen disco para llegar al gran público que les espera.
Gospel granadino, sí. Una pica en Flandes en una ciudad donde si te sales de los coros rocieros, la música sacra o la polifonía gregoriana igual te quedas solo cantando bajo la ducha. Abrir territorios nuevos a la cultura cuesta siempre pero en Granada es una proeza. Pero ellos han logrado incluso que esta misma música les haya dado ese sello buena onda, de apertura de miras y de afán por compartir eso que más les gusta, la pasión por transmitir su gospel abierto, europeo y profundo.
Me encontré con viejos amigos y con gente nueva que conocí del Jazz&Blues Ensemble, Esther Crisol, Tente Márquez o ‘Granada Rock Choir’ ya en el cocktail posterior. Y así me volví finalmente a casa tarareando el Happy day o When the saints. Llovía aún pero parecía un soleado aquel cielo nocturno. Porque el gospel regala felicidad y por eso lo cantamos los que anteponemos ese sueño de querer estar en el mundo de este otro modo.
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