Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La conversión de Pedro
Sí, increíble que Diana Morant, una de las esbirras más belicosas del doctor Sánchez, defienda a capa y espada a Ángel Batalla tras su dimisión, como si fuera una víctima del malvado PP, porque en el PSOE no piden títulos sino hoja de servicios.
Olvida esta impresentable representante pública, para más inri ministra de Universidades, que Periquín presuntamente falsificó su título universitario, y que gracias a esa falsificación accedió a la función pública, y que su mujer tampoco tiene la titulación suficiente para ser subdirectora de MuVIM. Increíble, máxime cuando su ministerio es el encargado de expedir los títulos universitarios oficiales de España y debía encabezar la defensa de la honradez en su obtención, ya que miles de estudiantes desde hace demasiados años se han tenido que esforzar y sacrificar para poder obtenerlos.
También olvida que la conducta presuntamente delictiva del ya ex comisionado para la DANA y ex presidente del PSV, de demostrarse, sería constitutiva de un delito de falsedad en documento público, aunque desgraciadamente estaría ya prescrito.
Y, ahora que Periquín, parece que ha intentado suicidarse, la ministra ha vuelto a la carga y el alcalde de Cullera ha llegado a decir: “Las cacerías inhumanas tienen consecuencias, especialmente si la víctima ha hecho de su vida un compromiso con la ética, la honradez”. Increíble, porque la ética y honradez de Periquín es nula y porque quien empezó la cacería de CV es el sospechosamente masterizado Óscar Puente.
¿Se ha planteado Morant si intentó suicidarse la persona que se quedó sin plaza cuando Periquín entró en la Diputación de Valencia como funcionario gracias a un título presuntamente falso, al parecer con la complicidad de dos empleados de la Diputación? ¿Y que ha ascendido y consolidado trienios a lo largo de los años con absoluta impunidad?
La baja catadura moral de estos representantes públicos no tiene límite porque se han traspasado todas las líneas rojas de lo éticamente permisible y aquí no pasa nada.
En España para ser político no se exige titulación, y que mientan sobre su CV demuestra que mentir es gratis aparte de un gran complejo de inferioridad. Pero Periquín ha ido más lejos, ha cometido presuntamente un delito por el que cualquiera hubiera ido a la cárcel.
¿Y es una víctima? Así es la moral de la caterva sanchista.
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