La ciudad y los días
Carlos Colón
Lo único importante es usted
Que buena parte del entorno de fieles del presidente del Gobierno esté en la cárcel o en vías de estarlo y que el jefe mire hacia arriba como haciendo que con él no va la cosa es un espectáculo que debería hacer reflexionar no ya a la bancada de enfrente sino al propio socialismo patrio.
Vale. Puede ser que haya campañas de acoso y derribo, temas inflados y argucias legales y judiciales de las que se aprovechan los enemigos para hacer sangre y sacar tajada mediática y política. Vale. No somos tontos y, en el fondo, sabemos que esto es parte del juego político. La oposición y la prensa (la que aún no esté amordazada o a sueldo) hacen su trabajo que no es sino incomodar a los que mandan sacando los trapos sucios que ya muchos se encargan de ocultar. Es salud democrática favorecer que así sea y aguantar ese incómodo papel de aguafiestas de los periodistas que hay que defender y favorecer aunque vaya en contra de nuestra visión de las cosas.
Gracias a ese papel, y al de jueces y policías que no se han dejado pisar, callar ni amedrentar por los poderosos sabemos ahora que en la cúpula del socialismo español tenían puestos sus reales los Torrentes más casposos y, también sabemos ahora, de los ‘guarros’ más vomitivos mientras unas y otros miraban hacia otro lado sabiendo o sospechando que cosas así no se podían consentir.
Seguir con esa estrategia infantil del ‘y tú más’ sin acto de contricción alguno; con el desvío de la atención mediática a cada escándalo que surge; con el silencio cómplice de las mujeres socialistas que señalan las vergüenzas de Ayuso y los suyos sin sororidad alguna; y, en fin, desenterrando muertos como posesos como quien reabre heridas sin importarles a quién le escuece o llamando facha a todo el que disienta o señale el fallo, sea Charo o Cayetano, son comportamientos más que censurables que sólo avivan el fuego de este volcán que un día cualquiera estalla y luego a ver quién recompone este país de tantos destrozos.
Quiero pensar que aún quedan socialistas honestos y con sentido de la decencia y algo de vergüenza que sean capaces de soltar un ¡basta ya¡ desde dentro que devuelva la razón a un partido cautivo del absurdo y la timba permanente en la que Torrente y su pandilla se mueven a sus anchas sin rubor y viendo, además, si pillan cacho.
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