Jaque al Rey

10 de noviembre 2025 - 03:07

Amenazo: si Juan Carlos ha podido escribir sus memorias noveladas, por qué los demás no vamos a poder hacerlo. Padece el Emérito lo que podríamos llamar el Síndrome Postraumático del Poder (SPP). Es una dolencia de difícil tratamiento que suele aquejar a reyes abdicados y a expresidentes del Gobierno. No a todos, Zapatero y Rajoy parecen libres del mal. Este síndrome es una bendición y una maldición para los ciudadanos corrientes. Una maldición porque sus apariciones en público, sobreactuadas, pontificales, cansan, ofenden y encrespan. Y una bendición porque su decadencia, física y mental, alivia el enojo de soportarlos. Uno de los síntomas de esta enfermedad es una capacidad incoercible de hacer el ridículo. En su hoja de servicios a la patria está el haber sido promovidos a la jefatura del Estado por un dictador, el habernos metido en guerras con mentiras o en la OTAN con subterfugios. Las memorias del Emérito, algo común en este género literario, son una apología, un invento y un escamoteo de acciones inconfesables. El principal perjudicado: su hijo, al que reprocha que se haya quedado con lo mollar –con el trono–, rechazando las partes comprometedoras de la herencia paterna. ¿Se nos habrá vuelto republicano Juan Carlos? A los demás, nos cae encima lo bueno y lo malo del legado de nuestros mayores. El jaque al Rey, su hijo, pese al temor de los monárquicos recalcitrantes, no será, en las actuales circunstancias, un jaque mate. En una pancarta de la AMAMA, se podía leer: “Menos cofradías y más cirugías”. Propuesta razonable pero poco popular, porque la Semana Santa da de comer a mucha gente. ¡Prueben a prohibirla! Prueben a prohibir las nocivas y lucrativas actividades que están provocando el cambio climático y prepárense para recibir palos. Quizá la monarquía sea una forma de Gobierno nociva. Pero ahí está Letizia y sus niñas para evitar su caída. Y ahí está la ineptitud y la codicia de los políticos electos. Su total desprestigio. Frente al glamur zarzuelero, de ropa y complementos, de uniformes sabiamente confeccionados para ser lucidos en cuerpos juveniles. Y los discursitos líquidos redactados por plumas expertas. Las actitudes gallardas, como la de aguantar los proyectiles de barro de la dana. Eso salvará a la monarquía. Este bloguero duda si redactar sus memorias. Para caramelizar sus miserias.

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