Cuchillo sin filo

Francisco Correal

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La luz y el ensayo sobre la ceguera

En 2022 coinciden el centenario de Saramago y el cincuentenario del presidente Pedro Sánchez

Ni el más atrevido profesional del marketing editorial habría imaginado una forma tan original para iniciar los preparativos del próximo centenario del nacimiento de José Saramago (Azinhaga, Portugal, 1922, Lanzarote, 2010). El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, para ponderar las excelencias de su novela Ensayo sobre la ceguera, hizo mutis por el foro cuando los periodistas, en la sede de la Fundación del novelista alentejano, le preguntaron por las disparatadas subidas de la tarifa de la luz. Su silencio era su particular apología de esta obra inquietante. Del habla, pueblo, habla de Adolfo Suárez, al calla, presidente, calla de Pedro Sánchez, este gobernante con ínfulas de Olof Palme meridional con hechuras muy sofisticadas de Romero Robledo.

El año que viene se van a producir dos acontecimientos: el centenario de Saramago y el cincuentenario de Pedro Sánchez, que nació el día excedente de 1972, año bisiesto de los Juegos Olímpicos de Múnich. No es la primera vez que circunstancias ajenas concurren en torno a la narrativa espectacular, irrepetible (no hay otro como él, dice siempre Francisco García Tortosa, el traductor del Ulises de Joyce) de Jose Saramago. Cuando publicó su novela Caín, Abel, el portero del Atlético de Madrid, colgó las botas, que en el caso de un cancerbero serían los guantes. Su platónica novela La caverna salió por las mismas fechas que El hereje de Delibes. Los protagonistas de ambas obras se llaman Cipriano. El escritor de Valladolid, único en España que rechazó el premio Planeta y la dirección de El País (lo segundo también lo hizo en el primer intento Soledad Gallego-Díaz) era dos años mayor que Saramago. Los dos murieron el mismo año de 2010 que España ganó el Mundial y Vargas Llosa el Nobel de Literatura que Saramago obtuvo en el centenario de la pérdida de las colonias (las nuestras, no las suyas) en 1998, año en el que el Real Madrid consiguió la séptima Copa de Europa en Amsterdam frente a la Juventus de Turín. Nunca se me olvida la muerte de Saramago, que con la de Ricardo Reis tendió un puente de amor entre Sevilla y Lisboa que convirtió a Pilar del Río en su compañera y traductora. Siempre coincide con el cumpleaños de mi hija Andrea (en nuestra luna de miel pasamos por Lisboa, Oporto, Sintra y Sines, cuna de Vasco de Gama) y con el aniversario de los cuatro goles de Butragueño a Dinamarca en el Mundial de México 86. En cuanto al cincuentenario de Pedro Sánchez, sus adláteres y epígonos podían organizarle un carrusel de fortuna en los paradores nacionales, esa creación de Manuel Fraga Iribarne, del que también se celebra su centenario en 1922.

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