Marifrán ‘La Tardona’

19 de febrero 2025 - 03:09

Está Marifrán Carazo, alcaldesa de Granada, tratando de labrarse un sobrenombre tal como Alfonso X, que lo llamaron El Sabio porque tocaba muchos palos de las ciencias y las letras; o Felipe V, que era llamado irónicamente El Animoso porque siempre parecía estar deprimido. Marifrán podría ser llamada La Tardona por su afición a llegar tarde a los actos en los que la hora fijada para ella es una simple sugerencia. En su afán de estar en todos sitios, va acumulando retrasos a lo largo del día que pueden llegar a aquellos famosos 52 minutos que el presidente de Gobierno Felipe González hizo esperar al Rey Juan Carlos I El Mataelefantes en una audiencia que este último le había concedido. Me cuentan los colegas periodistas que cuando van a un acto convocado por la alcaldesa o presidido por ella se llevan un tentempié y el sudoku para hacer más llevadera la espera. También me cuentan que, aunque ella es la más constate en la práctica de la impuntualidad, no es la única. Les suele pasar a muchos políticos, que seguramente deben pensar que su tiempo es mucho más importante que el de los demás mortales. Yo tengo un ejemplo reciente. El día 13 fui a oír una conferencia que iba a dar el campesino y ecologista Joaquín Araújo. El medio centenar de asistentes que esperábamos oír al conferenciante, tuvimos que esperar más de 20 minutos a que llegara el presidente del Patronato del Patronato de la Alhambra, que era el anfitrión. De acuerdo, la puntualidad no es una virtud de los españoles en general, donde se ha instaurado esos 15 minutos de cortesía que parece haber inventado los acostumbrados a llegar siempre tarde. Pero la puntualidad debería ser, para todos, una irrenunciable exigencia ética. Nadie tiene derecho a hacer esperar a nadie: ni en un acto público, ni en una reunión, ni en una entrevista... Debemos ser puntuales y exigir a los demás que lo sean. Siempre he sostenido que los líderes deberían cuidar muy especialmente la puntualidad. Si llegas tarde una vez, la gente lo entiende porque puede haber surgido un imprevisto. Pero si acostumbras a llegar tarde siempre, estás transmitiendo un mensaje de irresponsabilidad y falta de interés.

El poeta francés Pierre Boileau decía que jamás se había hecho esperar porque había observado que los defectos de los hombres y las mujeres cobran especial importancia en aquellos que los están esperando. No se mira de la misma manera a alguien que ha llegado puntual que a aquel o aquella que ha hecho esperar a un auditorio. Que los políticos aprendan de Boileau.

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