Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

¿Qué necesidad hay?

El afán de los presidentes por aparecer como pequeños jefes de Estado es una de las peores derivas del Estado autonómico

Dar un repaso, siquiera somero, a los mensajes de fin de año de los presidentes autonómicos da para perder un rato, lo puedo asegurar por propia experiencia, pero permite sacar algunas conclusiones sobre el país en el que nos desenvolvemos. De Galicia a Murcia, haciendo escala en el que nos toca más de cerca, se puede coleccionar una larga serie de lugares comunes, tópicos buenistas y propaganda de lo mucho y bien que se ha hecho capaz de sonrojar a cualquiera con un cierto sentido de la modestia.

¿Qué necesidad hay de hacer estas proclamas anuales en las que normalmente no se puede encontrar ningún anuncio importante ni ninguna reflexión política con una mínima hondura? Realmente ninguna. Estamos ante otra muestra del afán de nuestros dirigentes autonómicos por aparecer delante de sus ciudadanos como pequeños jefes de Estado, rodeados de la parafernalia que le correspondería a un rey o a un presidente de la república. Para que se dé este fenómeno es necesaria la existencia de otro anterior: la proliferación de televisiones autonómicas que son manejadas a su libre antojo por los gobiernos regionales y dedican tiempo, medios y esfuerzo a cultivar el culto a la personalidad de sus presidentes.

Tenemos escrito en esta misma columna que una de las derivas más preocupantes del modelo autonómico que se estableció en la Constitución es este afán indisimulado por convertir las administraciones regionales, que en principio no deberían tener otro fin que acercarse a los ciudadanos para solucionar sus problemas, en trasuntos de estados cuando no de cortes reales. Sedes suntuosas, jefes de protocolo, ceremonias fuera de escala, como la última toma de posesión del presidente de Andalucía, concesión de condecoraciones, decenas de asesores… y todo lo que ustedes quieran incluir en la lista configuran hoy el modelo de cualquier autonomía por pequeña que sea.

En los discursos de fin de año hay una clara intención de imitar el que el Rey pronuncia cada Nochebuena. Aunque sólo fuera por eso, sería una buena idea que se replanteara esta costumbre que, al final, nada aporta a los ciudadanos y sólo sirven para engrandecer el ego de los que lo pronuncian. Hay aspectos del modelo autonómico que claramente se han ido de las manos y la confusión entre lo que es el Estado y lo que son los gobiernos regionales es uno de ellos. Quizás ya sea tarde para reconducir estas cuestiones, pero está claro que en algunas cosas nos hemos pasado de frenada.

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