Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La conversión de Pedro
Para alguno de sus biógrafos, Dante era una mala persona. Usó la Divina Comedia para ajustarle las cuentas a sus enemigos, a los que situó en alguno de los caliginosos escalones del Infierno. En el paseo que este poeta insigne, liróforo celeste, se dio por el más allá (y que se sepa, es de los pocos seres humanos que ha vuelto de ahí para contar con todo tipo de detalles cómo se vive en ese resort de santidad y de pecado) se hizo acompañar, en el Infierno y el Purgatorio, del poeta latino Virgilio, pero es Beatriz, su amada, la que lo introduce en el Paraíso. Después, será San Bernardo de Claraval el que lo lleve hasta el final del Empíreo, para que el poeta contemple la rosa mística y a la Virgen María. Es el historiador Indro Montanelli el que, en su libro Dante y su siglo, afirma que cuando vemos que Dante entra en el Paraíso, de la mano de Beatriz, nos relajamos y nos animamos con la idea de que si Dante, siendo tan malísimo, pudo entrar en el Paraíso, a cualquiera de nosotros, pecadores low cost, el cancerbero de la discoteca celeste no nos pondrá inconvenientes y nos dejará pasar. Lo mismo pensó este humilde bloguero de arrabal (escritor mediocre, que ha quedado solo para vestir el Facebook), en los momentos anteriores a conocerse a quién se concedía este año el Premio Nobel de la Paz. Trump estaba presionando con todas sus fuerzas para que se lo dieran. Y sé que lo que voy a decir ahora puede sonar a herejía literaria o a realismo mágico, tan de moda tras el éxito de La península de las casas vacías, pero por unos momentos pensé, esperanzado, que si a este ‘matovas’ (así llamaban en mi pueblo a los pistoleros del Viejo Oeste que entraban en el saloom y mataban hasta al cantinero que les servía el ‘agua de fuego’) le daban el Nobel de la Paz, en lugar de un merecidísimo Nobel de la Guerra, el año que viene, al menda se le concedería el Premio Nobel de Literatura (para escritores del Facebook). ¡Pero que si quieres arroz Catalina!; con sus politiqueos, la Academia sueca se lo ha concedido a la trumpista venezolana María Corina Machado. A Trump no le va a gustar nada la suplantación y quizá incluya a la Academia sueca entre las organizaciones terroristas. Tampoco este bloguero de arrabal, de obtener el Premio Nobel de Facebook, se librará de los drones filológicos de la RAE o del Instituto Cervantes.
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