Ocasión para ser

12 de agosto 2025 - 03:08

La realidad está para vivirla en toda su amplitud. Y en verano con este tiempo detenido que vivimos por agosto cada año se nos instala en toda su viveza. En este tiempo se instala en todo su esplendor un tiempo interior que nos permite reposar y ver y gustar de toda esa vida que se nos escapa a lo largo del año sin casi sentirlo.

Es tiempo de solaz, de sol, montaña o playa pero también de silencio y de quietud y quizás también de soledad. Esa que rehuimos todo el año y que a veces nos visita en estas fechas, mirando el mar o la cumbre, degustando un helado o sufriendo estas noches de sudor que, bien pensado, en nada recordaremos con añoranza y hasta como una pizca de nostalgia otoñal.

El verano tiene un calado que no lo tienen otras estaciones. Con su jolgorio y su novedad de viajes y cambios de marco, también nos trae esa espuma de unos días libres de aquella rueda de ratón en la que volveremos en breve pero que ahora nos parece lejana y que, desde la distancia, podemos verle el sentido o su ausencia. Muchas veces, las más, su ausencia. Porque pensar lo que es pensar se piensa en estas fechas en que se instalan las condiciones para que ese pensamiento que fructifica en conclusiones se produzca y engendre algo más que cansancio mental.

Es tiempo sobre todo y también de grandes verdades de las que huimos con tanto correr en gimnasios, noches al límite y alrededores de las ciudades. Ese huir corriendo no se sabe de qué ni de quién. En este tiempo se nos instala la duda existencial sobre cuestiones tan eternas como la justicia y el olvidarse de ella viendo de refilón las noticias que vomitan constantes llamadas a una acción de todos que nunca llegan; o esas culebras de verano que también hay que seguir digiriendo cada mediodía o cada noche sin que nos llegue a afectar ahí, mismo, en ese fondo que en estas fechas llega a ser superficie por mucho que queramos nadar en lo superficial.

Tiempo de existir que es la dimensión onda del vivir. Y tan solo ser en mitad de este ver pasar el tiempo como si fuera tan solo un soplo de esa vida que por unos días de oro no se nos escapa entre los dedos de las manos, esas que ahora están libres para hacer o no hacer, que esa es en última instancia la última libertad que si que nos queda, irrenunciable y rescatada.

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