Las dos orillas
José Joaquín León
Noticia de Extremadura
Volvamos a los clásicos y recordemos que Platón no era precisamente partidario de la democracia, más bien apoyaba los gobiernos aristocráticos en la idea de que el poder lo debían detentar los mejores, los mejores de sus tiempos, claro. Ahora, siendo ingenuo, yo pensaba que los que se sentaban en la mesa del consejo de gobierno, vamos, los ministros, debían ser gente culta y educada. Por un momento llegué a pensar que debía ser así, incluso cuando una tal Yolanda, nada menos que vicepresidenta, habla como así:…Es-cu-chen bi-en us-te-des-…, con ese silaba a silaba tan característico suyo, oigan a lo mejor es para que nos en-te-re-mos bien lo que di-ce… Quién sabe.
En la actualidad mi fe en la aristocracia gubernamental ha decaído un tanto cuando veo que, al parecer, en los consejos de ministros se habla de mujeres de mala vida, que era como mi padre llamaba a las prostitutas, de chulos, de guapos, de putos amos, de fontaneras, y no precisamente de fontaneros polacos, y además resulta que todos los que ostentan altos cargos tienen una memoria malísima y no se acuerdan de nada de lo que han hablado, aunque sea con un acento sevillanísimo, y también son malos amigos pues después de tratar a gente por un tiempo resulta que declaran que en realidad no les conocen. Y unos despistados que tardan meses en darse cuenta que hay denuncias por acoso a sus compañeras, pero que bueno que ya no tienen nada que ver con ellos, que los han expulsado, tarde pero expulsados, y pelillos a la mar.
Y el que manda por encima de todos los puteros, fontaneros, acosadores y fiscales inocentes resulta que no le consta nada de nada, qué a él solo le preocupa el bienestar de los ciudadanos y ciudadanas. Y ni caso le hace a las encuestas de su fiel ‘preguntador’, oye ni con tanta ventaja como tiene quiere convocar elecciones. Una pena pues según Aristóteles la democracia era el mejor gobierno, aunque terminaba degenerando y se acababa en una tiranía. Ahí tienen a la democracia americana en manos de un aspirante a tirano absoluto, al que votaron millones y millones. No dejemos a la gente que vote que luego pasan esas cosas. El presidente del gobierno cree que todo lo que va contra él, en realidad, le hace más fuerte, todo le anima en su voluntad de seguir en el poder. Esa unificación de voluntades para un fin superior, en este caso mantenerse en el poder, se llama consiliencia. Vale.
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