El padre de la Alhambra

15 de octubre 2025 - 03:06

Ha sido escribir dos veces seguidas sobre el arquitecto Leopoldo Torres Balbás y llenárseme el guasap y el feisbuq de mensajes que piden que a este hombre se le haga ya en Granada el homenaje que se merece. Leopoldo Torres Balbás, que algunos llaman el ‘padre de la Alhambra’, es el que salvó al monumento nazarí de la desidia, la ruina, el saqueo y las pésimas restauraciones que se habían hecho en sus torres y palacios. Si está así hoy la Alhambra es gracias a él, que también consiguió recuperar muchos de los monumentos que hay en Granada como el Corral del Carbón, los baños del Bañuelo o la Casa del Chapiz, por citar solo tres. La ingratitud hacia esta persona por parte de los granadinos ha sido tal, que solo se ha puesto su nombre a un callejón escondido y peatonal que hay por la Avenida de América. En tiempos en que María del Mar Villafranca fue directora general del Patronato de la Alhambra, sí se le reconoció su labor con la publicación de un trabajo sobre él y la organización de una exposición sobre sus trabajos de restauración. Y pare usted de contar. Villafranca está preparando un libro sobre el viaje que el arquitecto hizo en 1926 a Roma y Nápoles, en donde aprendió las técnicas más modernas de restauración. El año que viene se cumplen los cien años de ese viaje y tal vez sea un buen momento para organizarle el homenaje que se merece. El repudio social que este hombre sufrió tras divorciarse de su esposa granadina fue tan cruel, que solo faltó nombrarle persona non grata por aquella pacata comunidad de gerifaltes que comandaba la ciudad. Al no acudir a fiestas ni saraos sociales, su nombre fue borrado de la lista de los invitados como en los jeroglíficos egipcios tachaban a los faraones caídos en desgracia y condenados al olvido. Aquellos que gobernaban en Granada tras la guerra civil lo tildaron de rojo, pues para ellos fue ese trasto inservible que se baja al sótano de los personajes amortizados por la derecha. Repudiado y vetado en las esferas académicas, se fue a Madrid a vivir y no encontraba una respuesta coherente cada vez que se preguntaba por qué no se le había querido en Granada, la ciudad que él hizo renacer y a la que permitió que se llenara de turistas. Seguramente iba pensando en ello cuando una motocicleta lo atropelló y lo mató en 1966. Por eso es necesario acudir a rescatar su memoria, pues con ella también rescatamos la nuestra.

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