La ciudad y los días
Carlos Colón
Lo único importante es usted
En el boxeo las iniciales KO, como todo el mundo sabe, son la abreviatura de Knock-Out (golpe [y] afuera). Aluden al pugilista que es derribado y dejado sin conocimiento por su contrincante. La Real Academia lo ha convertido en los anglicismos nocaut –“golpe que deja fuera de combate, derrota por fuera de combate” y noquear –“dejar al adversario fuera de combate, dejar sin sentido a alguien con un golpe o imponerse sobre alguien rápida o notablemente”– que no solo se aplican al boxeo: ya sea en su original de las iniciales inglesas o en sus adaptaciones al castellano, se utiliza por igual KO o noqueado para describir un impacto que neutraliza toda reacción.
Puede así decirse que Sánchez ha dejado KO o noqueada a la mayoría de la ciudadanía española, sin capacidad de reacción tras tantos directos, cruzados, ganchos ascendentes, crochet, voleas, golpes bajos, golpes de conejo, agarres y forcejeos de escándalos de corrupción que la ha dejado tirada en la lona, insensible. Incluso muchos de los más suyos, los de la adhesión inquebrantable, están sentados, más bien desplomados, en el taburete de su esquina, secándoles el sudor y ventilándoles con las toallas de los servicios de propaganda de la Moncloa y los periódicos, emisoras y cadenas afines, hidratándolos con trolas, suturando cortes en las cejas, conteniendo hemorragias nasales, aplicando hielo a las hinchazones y animándoles con el que viene el lobo fascista y reduciendo a bulos, por mucho daño que les hayan hecho, los golpes que han recibido.
Ya no escandalizan a nadie los escándalos de corrupción actualmente investigados que afectan al entorno familiar del presidente, dos ex secretarios de Organización del partido (uno encarcelado y otro, además, ex ministro), un ex gerente del partido, el fiscal general del Estado y una singular galería de ayudantes y colaboradores digna de los agentes de la T.I.A. de Ibáñez o del Anacleto de Vázquez. Por saturación, se dan por amortizados. La mayoría de la ciudadanía, tras tantos golpes, en la lona, KO, noqueada. Los irreductibles, reponiéndose en su esquina. Y la oposición sin dar pie con bolo.
Contaba Buñuel que en los años 60 le dijo André Breton: “Amigo mío, desengáñese: en nuestros días ya no es posible escandalizar a nadie”. Pues eso.
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