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Las paredes tienen oídos... y también ojos. Lógicamente, esta sentencia es metafórica, pues nadie ha visto nunca estas partes del cuerpo en una pared, lo que se viene a decir es que debemos vigilar nuestra espaldas, pues en cualquier lugar pueden estar escuchando o viendo qué hacemos, un peligro que se torna más real en el mundo 2.0, donde las cámaras y las grabadoras están escondidas en todos sitios, incluyendo el teléfono móvil o incluso el reloj de muñeca. Por eso, hoy más que nunca, las paredes tienen ojos y oídos.
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