Las siete y pico

A pesar de su eterna sonrisa nunca vi que nadie bajara su ventanilla para comprarle algo, pero él siempre sonríe

Esta ahí, papá? La voz de Pablo suena todos los días justo en mi cogote. Se lo imaginan: doce años de vida, siete y pico de la mañana… Yo, en cambio, dormido, aún no he tomado café.

Papá, ¿Está ahí? No sé quién es. Nunca lo sabré, pero a mis ellos les gusta verlo todos los días. Da igual si llueve o hace frío. Son un poco más de las siete, y en el cruce de Arabial con el Parque García Lorca, nadie sonríe.

¿Lo ves ya, papa? Pero, ¿cómo no lo voy a ver?-pienso para mis adentros-. Vaya como vaya vestido, siempre por fuera lleva un anorak rojo, y en sus manos, paquetes de pañuelos y ambientadores de colgar. ¿Para que servirán? ¿No estarán caducados? Quienes transitamos por allí a las siete de la mañana, pensamos igual. Es más: a pesar de su eterna sonrisa, nunca vi que nadie bajara su ventanilla para comprarle algo. No pasa nada: siempre sonríe y saluda. Tampoco es que, a estas alturas de mi vida, vaya a preocuparme por lo que pueda haber detrás de cada sonrisa… aunque dudo mucho que todo en su vida sea felicidad, o al menos, la felicidad que todos entendemos.

Papá, ¿no ha venido hoy? Nunca falta a su cita. Siempre está. Todas las mañanas. Es su único trabajo. Cada día. Sin falta. Ya son dos años viéndolo. Siempre igual. En el mismo sitio. Con su anorak rojo. A estas alturas de la historia, muchos habrán imaginado que lo que más me llama la atención es su sonrisa, su eterna sonrisa. Nunca deja de sonreír. Ni de saludar. Pablo y Caye siempre devuelven el saludo. Siempre responden, como los niños que pasan por ahí.

Esta mañana Cayetana ha sacado un euro de su bolsillo y se lo ha dado. Ël le ha dado las gracias en un español chapurreado y les ha vuelto a saludar con una sonrisa, la misma de todos los días. Cuando hemos parado en Regina, Pablo y Caye han colocado el ambientador colgado del retrovisor del coche. "Nunca dejes de sonreír, ni siquiera cuando estés triste, porque nunca sabes quién se puede enamorar de tu sonrisa". (Gabriel García Márquez)

No huele a nada. Pero cuando me fijo en él, sonrío. Como si fueran las siete y pico de la mañana.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios