“Prohibido jugar a la pelota”

La sociedad actual piensa poco en la infancia y nos muestra ciudades carentes de espacios urbanísticos para el juego y el recreo de niños y niñas cuando antes, hasta nos prohibían jugar a la pelota.

Se podría pensar que las bajas tasas de natalidad influyen en que las necesidades de la infancia estén menos presentes a la hora de planificar nuestras ciudades pero, aún así, no se justifica porque habría que pensar en la infancia como un tesoro.

El diseño urbanístico de las ciudades esta pensado para el tráfico (y no siempre están bien diseñadas para eso, véase el caso de Granada) y los coches inundan las calles haciendo imposible pensar que niños y niñas puedan bajar a la puerta de su casa a jugar como hacíamos la gente de mi generación.

Además, la disponibilidad masiva de teléfonos móviles y otros dispositivos en los que de manera habitual y generalizada encuentran entretenimiento gran cantidad de niños y niñas, suponen un escape a través de videojuegos o acceso a espacios virtuales en numerosas redes sociales. Evidentemente, con una influencia negativa en relación a la formación y otro tipo de actividades.

También en la actualidad es bastante general que en muchas familias los niños y niñas pasen mucho tiempo sin sus padres y madres a causa de sus trabajos; muchas horas de ausencia generan también situaciones que se resuelven generando entretenimiento en teléfonos móviles y pantallas digitales.

En este contexto, las ciudades son como espacios que no reclaman la presencia infantil condicionando su modelo de urbanismo a una vida sedentaria y, en muchas ocasiones, con reclusión en los domicilios familiares en los que la habitación propia termina siendo el espacio impenetrable para los mayores.

Difícil volver ya a aquellas ciudades llenas de niños y niñas en las calles, pero no sería imposible si se considerase un objetivo a incorporar en los diseños urbanos, teniendo en cuenta la opinión infantil. En pocos años podríamos tener otro panorama.