La Rayuela

Lola Quero

lolaquero@granadahoy.com

Nuestro propio caso Baldwin

Nuestra Baldwin es un símbolo de esta tierra, del tren del siglo pasado y de las dificultades para ser escuchados

Ninguna de sus muchas películas harán tan popular al actor americano Alec Baldwin como su propia realidad. La noticia que conocimos hace un par de días genera tanta incredulidad que hay quien pensó en un primer momento que se trataba de una de esas estrategias de marketing para promocionar su nueva producción. Fue a las dos de la tarde, en el Rancho de Bonanza Creek, durante un rodaje más, cuando este artista de Hollywood mató a la directora de Fotografía e hirió de gravedad al director al disparar su pistola en lo que se supone que sería una de la clásicas escenas de tiros rodadas con munición de fogueo. Por algún motivo que aún está investigando el sheriff del lugar -hasta esto parece parte del western -, en el arma de Baldwin había balas de verdad.

Al resonar el nombre de este famoso actor -ahora mucho más- me acordé de que en la provincia de Granada también hoy una estrella de cine internacional llamada Baldwin, que a lo largo de su casi centenaria historia se ha codeado con grandes figuras y ha participado en películas en las que ya quisiera haber estado Alec, el Baldwin del trágico suceso. Por mencionar solo algunas: Doctor Zhivago, El bueno, el feo y el malo, Indiana Jones, La muerte tenía un precio, Por un puñado de dólares o Lawrence de Arabia. Su género era el western y también asistió a un millón de tiroteos en los que no debía de haber fuego real. Está mayor, aunque con retoques, y ha sido postulada para el Goya de Honor, pero pocos parecen acordarse ya de ella.

Hablo de la locomotora a vapor de Guadix, conocida con el mismo nombre de este actor de estirpe, que fue fabricada en 1928 y utilizada durante décadas para la inmensa producción cinematográfica que tuvo como escenario la rojiza tierra de la hoya accitana.

Y ya está. Se fue el glamour de aquellas producciones y Baldwin pasó de ser una estrella de cine a una máquina bonita pero obsoleta que consume carbón y lanza humo por su chimenea. Y así se quedaron también su comarca y su provincia, en la eterna espera de una modernización ferroviaria que no acaba de llegar. No se me ocurre mejor símbolo para esta tierra que su Baldwin, el tren del siglo pasado.

Además de otros proyectos ferroviarios, en Granada por fin parece haber consenso sobre algo y es la importancia estratégica del Corredor Mediterráneo, una obra que se atrasa sin remedio en los tramos de esta provincia.

Los últimos Presupuestos del Estado han vuelto a ser un jarro de agua fría y el pataleo no es probable que sirva para que al menos este año se ponga ni un euro. Una posición difícil para algunos socialistas como el delegado del Gobierno en Andalucía, Pedro Fernández, que es de Baza; para el presidente de la Diputación, Entrena, que como secretario general del PSOE de Granada también se mueve entre bambalinas para conseguir influencia y colocar a sus peones; o para el alcalde de la capital, Francisco Cuenca, que tendría que volver a sacar la camiseta amarilla de las manifestaciones.

En las difíciles explicaciones que circulan estos días entre el socialismo de la tierra hay un nombre que gravita siempre: José Luis Ábalos. La brusca caída de este ministro el pasado verano pudo torcer nuestro futuro, porque su otra labor como fontanero de Pedro Sánchez en el partido había propiciado una interlocución muy fluida en los últimos años con los dirigentes de esta provincia. Digamos que era sensible a sus reivindicaciones. Venía mucho por aquí, la última vez para la investidura de Cuenca, sólo unos días antes de su fulminante caída en desgracia. Se fue en el peor momento y contra todo pronóstico. Ha dicho que se sentía espiado y perseguido por sus adversarios políticos y mediáticos: "En España hay mucha novela de intriga y misterio y estamos muchos personajes que la inspiramos".

Ahora a Granada viene otro ministro,Félix Bolaños, con menos pinta de salir de una novela de intriga y con mayor aire de intelectualidad. Que no lleva la cosa de las infraestructuras, pero que tiene mucha mano con el presidente. Me cuentan que el otro día traía la cabeza puesta en el acuerdo con el PP para la renovación de órganos como el Tribunal Constitucional, pero que aquí no dejó de escuchar la misma palabra en toda la mañana: trenes, trenes y trenes. Te esperamos, amigo Félix, pero con la cartera llena mucho mejor.

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