A mi "Pater" Jorge Martínez

CUANDO se acerca Semana Santa, apenas quince días para el viernes de Dolores, cuando Granada reconstruye su imagen entre pasillos y graderíos, cuando desaparecen los maceteros de Ganivet, cuando las Pasiegas se llena de sillas, cuando mi ciudad se viste de pasión, yo me pregunto, en medio de tanto estruendo y ajetreo, dónde quiebra el corazón.

Confieso que es difícil. Por miles de circunstancias, mi vida se condujo en estas fechas sólo entre oficios de amor fraterno, en hora Santa que acompañaba con oraciones al Jesús hombre más abandonado que nunca, en una Pasión que ensombrecía y arrinconaba el atardecer de Viernes Santo, en un rito de fuego y agua y una Vigilia donde descubrir el sentido y virtud de nuestra fe.

Es cierto. No fui devoto de imagen alguna. Flores, velas, colores y saetas no me ayudaron a descubrir aquella Cuaresma de calle cuyo procesionar era cruz de guía y amor a un Dios depositario de sentidas reflexiones. Digamos que creí encontrarme en la espiritualidad de Teresa de Jesús, prescindiendo de la imagen de un Crucificado entre bullicios y estaciones.

El paso del tiempo hace mella, te descubre tus propias injusticias, lo absurdo de cercar y cercenar los motivos que a cada uno de nosotros nos alimenta una Cruz donde nadie es distinto, donde todos nos encogemos ante el máximo ejemplo de solidaridad de Dios. Es en ese preciso instante, detrás de cada imagen que procesiona, donde descubres los motivos para creer en un Cristo cercano que transforma su dolor en tu salvación. Y es en ese preciso instante donde miras los ojos de quien entre llagas deposita su vida cargada de ternura y una inmensa paz en tus manos. Y es en ese preciso instante, en ese mar inmenso de amor, entre sufrimiento y entrega, en la soledad de una Cruz de amor, misericordia y perdón, en la máxima respuesta de quien criticó un Dios siempre en silencio; es ahí, en calles, imágenes, templos, plazas, cuando descubro dónde quiebra el corazón.

La borriquilla, el Huerto, el rescate, los Dolores, la Esperanza, la Lanzada, la Cañilla, las Penas, los Estudiantes, el Rosario, los Gitanos, el Nazareno, la estrella, la Concha, el Silencio, la Aurora, los Favores, Ferroviarios, Escolapios, Soledad, Santo Sepulcro, Nuestra señora de la Alhambra, los Facundillos, el Resucitado de Regina Mundi…. motivos para entender a un Dios que en las calles de Granada procesiona llenando con su presencia todos los rincones y procurando que nuestras vidas sean ejemplo de amor, justicia y paz.

Seguirán sin gustarme las procesiones. Lo sabe y entiende mi admirado "Pater" Jorge Martínez, a quien sentí obligado dedicar esta profesión de fe. Sigo sin encontrarme entre bullicios. Pero le pongo cara, sentido y razón a la fe de cuantos en Semana Santa descubren entre imágenes que el corazón quiebra ante un Dios misericordioso que siempre, en nuestras calles y en nuestra vida, siempre nos acompaña.

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