No es religión, es fanatismo

Invocando a un dios se han cometido muchos crímenes a lo largo de la historia en todas las civilizaciones

El hombre de 25 años que ha asesinado a un sacristán, herido a un párroco y agredido a otras personas en Algeciras no conocía a ninguna de sus víctimas. Dice que actuó en nombre de Dios. Invocando el nombre de dios se han cometido muchos crímenes a lo largo de la historia, en todas las civilizaciones, en todas las épocas, en todos los territorios, con todas las creencias como excusa. Cuentan las crónicas que se trata de un delito de odio; palabra que se queda corta. El diccionario define odio como aversión hacia algo o alguien, cuyo mal se desea. Pero por antipatía no se mata. Este musulmán marroquí que citaba a Alá, es un impostor; no es un creyente, sino un delincuente fanático. Y los fanáticos se escudan en la religión, la ideología o la identidad para sus actos criminales.

La intolerancia viola los derechos y libertades de quienes son diferentes. A veces se traduce en terrorismo, que divide a la sociedad y genera espirales de miedo y violencia. En las Cruzadas de los siglos XI al XIII para reconquistar los Santos Lugares, a los caballeros occidentales se les concedió indulgencia por sus pecados y la utilizaron para perseguir musulmanes, judíos y cristianos ortodoxos. Bob Dylan en su canción Con Dios de nuestro lado recuerda algunos hechos históricos. La conquista del Oeste: "Cargó la caballería, los indios cayeron. Cargó la caballería, los indios murieron. El país era joven, con Dios de su lado". Segunda Guerra Mundial: "Cuando llegó a su fin, perdonamos a los alemanes y nos hicimos sus amigos, aunque asesinaron a seis millones friéndolos en sus hornos. Los alemanes ahora también tienen a Dios de su parte". Ayer fue el Día internacional de conmemoración de las víctimas del Holocausto judío. La guerra civil española fue una cruzada santificada por el cardenal Gomá. Pero no fue contra el Islam, sino contra el marxismo, el anarquismo, la masonería, los impíos y los extranjeros que apoyaban la causa de la República.

Pero no se puede reducir el fanatismo al ámbito religioso. En 1995, el primer ministro israelí Isaac Rabin fue asesinado por un ultranacionalista judío. En 1998, un donostiarra de 28 años, seguidor de la Real, fue asesinado en los alrededores del estadio Calderón por un neonazi del grupo Bastión. En 2021 una jauría humana mató a patadas a un joven de 24 años en A Coruña, en una agresión homófoba. El neonazi atlético no conocía a Aitor Zabaleta. Las bestias que persiguieron por su aspecto a Samuel Luiz tampoco lo conocían. Como el asesino de Algeciras, sólo se orientaban por su ceguera.

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