Alto y claro
José Antonio Carrizosa
Vox, un estado de ánimo
No hay quien se crea que Pedro Sánchez no se enteró de que a su alrededor la corrupción campaba por sus respetos. Algunos de sus mejores amigos, más los colegas del Peugeot con los que compartió días y días de campaña de primarias, más horas en el coche y reuniones con las asociaciones locales y provinciales del partido; compañeros con los que desayunaba, comía y cenaba, hablaban de política y también, seguro, de sus respectivas vidas… En ese tipo de campañas se habla de todo y de nada, se hacen confidencias sobre problemas y debilidades, se conoce cómo piensan unos y otros, cómo se expresan... ¿Y pretende Sánchez que compremos que no sabía nada?
Si es así, entonces tenemos un presidente que pasa por el mundo sin ver, oír ni hablar. Casi peor que la ignorancia, porque cualquier persona con una mínima responsabilidad en cualquier empresa o negocio, más aún cuando formas parte de un Gobierno, está obligado a mirar con lupa lo que hace su equipo y a exigir a sus miembros, elegidos por él, que estén atentos a lo que hacen sus subordinados.
Por desgracia, han sido muchos los casos de corrupción conocidos en democracia, pero nunca uno de tal magnitud, que llega a despachos de poder y con ramificaciones insospechadas. Mientras en otras ocasiones se han tomado medidas expeditivas, aquí ha habido una campaña brutal del Gobierno contra los periodistas primero, los jueces después y a continuación la UCO. En el caso de la guardia civil, son los que han aportado pruebas irrefutables. Sin embargo los corruptos, y quienes trabajaban al lado de los corruptos, no movieron un dedo hasta que las informaciones fueron escandalosas, con testimonios que las convertían en ciertas. Solo entonces se produjeron ceses y dimisiones forzadas. Pero relacionadas sobre todo con comportamientos personales. Con Sánchez moviéndose en la superficie, no sabía nada, no sospechaba nada, no tenía ni idea de nada.
Santos Cerdán aparece ahora en el centro de la trama de corrupción. Así lo recoge el largo informe de la UCO, irrebatible por la multitud de datos, aunque los hipócritas de la trama –incluido Cerdán– pretenden no reconocer su propia voz. Coincide ese informe con la salida de Cerdán de la cárcel, porque considera el juez que lo mandó a Soto de Real que ya no hay peligro de destrucción de pruebas. Se entiende que no puede destruirlas porque están saliendo todas. Es más, se anuncia que el informe que se conoció este martes es el primer de varios más.
Una vergüenza para los españoles que ya se creían curados de espanto. Pues no. Había más y mucho más graves que los conocidos hasta ahora. Los protagonistas son personas muy cercanas a Sánchez. Muy muy cercanas. ¿Y el presidente del Gobierno, que además cuenta con unos buenos servicios de información, no sabía nada? Tolerancia cero, ha vuelto a decir en el Congreso. Y se queda tan ancho.
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