Cincuenta y siete segundos pasé la otra noche escuchando a Rajoy y su discurso de hace años sobre lo indisponible del precio de la luz para un gobierno, hasta que la sensación de manipulación, burda e intolerable, me hizo saltar de la cama, apagar la radio y poner la tele. Sí, el remedio no fue mejor. Zapeando me topé con una Irene Montero que gritaba enérgica y pasional sobre el plan de su partido de antaño para sentarse con las eléctricas a bajar la factura. A un par de saltos del mando, di con el Pablo Iglesias de 2017 y su vergüenza porque la luz subiera el día que hacía más frío. Apague enfadada. Cogí un libro. Necesitaba novela.

Cincuenta y siete segundos son una barbaridad en radio. Antes de aquellos segundos hubo horas de curro. Esa idea me atormentó. Acomodaba la almohada indignada mientras leía descentrada pensando en la reunión de los equipos de la radio y de la tele en aquella mañana, el acuerdo del tema, el abordaje y el reparto de tareas. Un encargado de tirar de hemeroteca; factura-luz-declaración político afín y enemigo y así, hasta configurar las manipuladas emisiones con las que me topé por la noche. Discursos de unos y otros que pretendían ridiculizar al contrario, justificar lo injustificable y traer una incoherencia a gobernantes y oposición, que ya -por evidente- no necesitamos. Me superó la pereza, el enfado y la indignación. Pensar que a eso se le dedica tiempo y esfuerzo, me pudo lo bochornoso del fondo y lo nada sutil de las formas.

No soy periodista, consumo actualidad, creo firmemente en la libertad de prensa, en la necesidad de una prensa libre y crítica que ayude a conformar el pensamiento y la opinión de ciudadanos libres y críticos. El periodismo es libre o es una farsa, decía Rodolfo Walsh. Estoy harta y enfurecida con ese código cada vez más habitual; ese plantel monocromo de tertulianos, opinólogos y columnistas que transmiten lo mismo, refrendados por testimonios elegidos para el agarre del discurso uniforme. Sin voces discordantes en mi emisora de referencia, sin valoraciones dispares en ningún programa de actualidad política, pocas columnas que disientan en el periódico. Zapear y prever, sintonizar y presentir, leer, buscar.

Aquí, sin noticias de la macrobase militar de Jaén, los unos con titulares que pretenden dar sentido a las ocurrencias del alcalde de llevar a Caballerizas su arte contemporáneo, o a Vimcorsa un mini/sub CAC Málaga; los otros, con esfuerzos por mantener noticiable y actual alguna acertada intervención de la oposición. Seguiré consumiendo actualidad. Me indignaré con la farsa. Retomaré la novela.

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